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¡No querrás volver a la piscina! Aguas Siniestras convierte tus recuerdos en sustos únicos

Aguas Siniestras explora esos miedos ocultos frente al agua: no correr, no zambullirse, no hay salvavidas de guardia, no nadar por la noche...

Escrita y dirigida por Bryce McGuire, Aguas Siniestras toma el placer más banal de la vida suburbana y lo transforma en una fuente de maldad demoníaca, en una película que combina el estilo, la picardía y la perversa construcción del mundo que el público espera de las potencias del cine de terror Jason Blum y James Wan, con las inquietantes vibraciones y la resonancia emocional de clásicos del cine de terror de los ochenta como Poltergeist y Pet Sematary. UNIVERSAL PICTURES presenta una producción de BLUMHOUSE.

La historia

El núcleo de la película es la familia Waller: Ray y Eve, una pareja leal que ha pasado la mayor parte de su vida matrimonial mudándose de ciudad en ciudad debido a la carrera de él como jugador de béisbol profesional; y sus hijos Izzy, una estudiante de primer año de preparatoria y nadadora competitiva en ciernes; y su hermano menor Elliot, un estudiante de secundaria brillante, sensible y raro. Cuando a Ray le diagnostican una enfermedad degenerativa que lo fuerza a retirarse del béisbol, la familia Waller echa raíces y compra una sencilla casa de dos pisos con un gran patio trasero que tiene el potencial de convertirse en un oasis revitalizante, siempre y cuando puedan limpiar adecuadamente su sucia piscina alimentada por un manantial, que misteriosamente no se ha utilizado durante muchos, muchos años.

“Ambientamos la secuencia introductoria en los años ochenta, en parte porque quería evocar la nostalgia de películas antiguas como Poltergeist, Christine, Burnt Offerings, o Jaws, que inspiraron Aguas Siniestras”, explica McGuire. “La mayor parte de la película tiene lugar en un presente no especificado, pero en muchos sentidos la película trata de dejar atrás el pasado, por lo que me pareció bien dar rienda suelta a ese sentimiento de nostalgia al principio”.

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Acuafobia, uno de los temores que más impacta en el cine

La película conecta con la propia infancia y adolescencia de McGuire y, quizá no resulte sorprendente, las inspiraciones de Aguas Siniestras tienen algo de acuafobia. “Siempre he tenido el agua en la cabeza”, dice McGuire.

“Al crecer en Florida, rodeado por el océano por tres lados, en un clima en el que sólo se puede sobrevivir participando en rituales acuáticos, conociendo amigos que se ahogaron, viviendo huracanes que inundaron casas, accidentes de navegación y ataques de tiburones, llegas a tener una especie de miedo y reverencia por el agua”.

Todos los terrores y gustos de McGuire encuentran una expresión potente y conmovedora en Aguas Siniestras. “La piscina representa estatus, distracción, diversión, nos invita como un canto de sirena. Pero en el agua, cuando se apagan las luces, se siente grande. También me encantaba la idea de aprovechar los recuerdos universales que todos tenemos de la piscina desde nuestra infancia —meter la mano en la tapa del desagüe, sacar los insectos muertos de la superficie, dejar atrapada la pierna en el tubo del limpiafondos, jugar a ‘Marco Polo’— y convertir esos recuerdos en sustos únicos.

Cuando McGuire empezó a interesarse cada vez más por el cine cuando era niño, su cautela por el agua desembocó de forma natural en un interés por los thrillers que se desarrollan en el agua. “Probablemente la primera película de terror que vi fue Creature from the Black Lagoon, y no he dejado de pensar en ella desde entonces: tengo un tatuaje de la criatura en el bíceps derecho”, dice McGuire, quien también cita Night of the Hunter y The Abyss como experiencias formativas. “Y, por supuesto, está Tiburón. Vi esa película cuando tenía diez años. En ese entonces teníamos una piscina, y recuerdo estar flotando solo en el agua por la noche, cuando mi hermano menor apagaba las luces. Y aunque sabía que la piscina sólo tenía 2.7 metros de profundidad y 5.5 metros de ancho estaba seguro, más allá de toda duda, de que el agua era un abismo y que algo horrible se elevaba hacia mí desde las profundidades”.

Otros clásicos del género del horror también influyeron en su estética emergente, incluyendo The Shining, The Sixth Sense y The Exorcist. “Son historias aterradoras y de alto concepto, pero en el fondo hay un hilo conductor muy humano”, afirma McGuire.

Las novelas de Stephen King también dejaron huella, sobre todo las que convertían aspectos cotidianos de la vida —el perro de la familia; un auto; un juguete— en talismanes y recipientes del mal sobrenatural. “La idea de que un objeto o un lugar inanimado fuera una fuente de misterio, de terror, un crisol de los deseos más íntimos de alguien, se grabó en mi imaginación. Siempre las cosas que son más bonitas por fuera son las que más daño pueden hacernos”, señaló.

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