En el idioma coreano, la palabra hyundai significa ‘modernidad’. Y precisamente ese término ha acompañado a la marca de carros desde su primer vehículo lanzado oficialmente en 1975: el Pony. Si bien la empresa fue fundada en 1947 por Chung Ju-yung, sus primeros intentos automovilísticos estuvieron atados a la licencia de Ford. De esta manera, la marca produjo en 1968 el entrañable Cortina, que todavía genera debates respecto a si fue o no el primer carro de Hyundai.
En cualquier caso, la empresa ha sido pilar de la economía coreana por más de 40 años, en los que la innovación, las turbulencias económicas asiáticas y un nuevo despertar financiero de la marca resumen su trayectoria en la industria. Pero ¿cuál es la receta para seguir a la vanguardia en momentos de amplia competencia y cambios a favor de empresas con mayor conciencia ambiental?
Tacómetro visitó tres instalaciones de investigación, desarrollo y ensamblaje de Hyundai ubicadas en Seúl, Corea del Sur, a fin de dar un vistazo a la magia detrás de los autos made in Korea.
Luego de 13 horas y media de vuelo desde Nueva York, la primera parada nos llevó al centro de investigación y desarrollo de Hyundai ubicado en la provincia de Namyang. Es una especie de laboratorio de ideas, en el que se da rienda a los primeros pasos para los prototipos de la marca y se constituyen las primeras pruebas de resistencia. Por ejemplo, conocimos un túnel de viento, utilizado por Hyundai para simular situaciones de ambiente real que permiten “mejorar el flujo de viento en los vehículos obteniendo un mejor desempeño, mayor eficiencia en consumo de gasolina, más aerodinámicos, que resultarán en beneficios para el medioambiente”. Allí también pudimos curar la vena al acelerar en una pista amplia varios de los modelos en prueba de manejo de la compañía. Entre estos, conducimos el nuevo Ioniq, que se espera llegue a Puerto Rico a principios del próximo año para insertarse en el segmento de los autos híbridos. El auto se destaca por contar con una transmisión de doble embrague de seis velocidades acoplado a un motor de inyección de gasolina directa (GDI, por sus siglas en inglés), que se combina con un motor electrónico y una batería de litio. También nos dejó deslumbrados el nuevo G90, un vehículo de segmento de lujo que se incorpora a la nueva submarca Genesis.
Ya con la adrenalina satisfecha, nos movimos a conocer la fábrica Hyundai Steel, ubicada en Incheo. En este lugar, conocimos que, más que autos, Hyundai es un gran conglomerado de servicios y bienes integrados, como la producción de una fuente de acero de la más alta calidad.
Mediante su propio astillero de acero, la marca fabrica sus unidades con un 53 % de acero reforzado de alta intensidad. Además, integran adhesivos estructurales a la carrocería para aumentar la durabilidad de los vehículos y la integridad de estos, obteniendo los mejores resultados en las pruebas de seguridad en impactos por la National Highway Traffic Safety Administration y la Insurance Institue of Highway Safety.
Una vez conocimos el material de fábrica, tuvimos la oportunidad de ver el proceso de manufactura y ensamblaje de los carros en la planta Hyundai Asan. En este espacio, la innovación trascendió cualquier pensamiento, ya que se trata de un proceso automatizado en el que robots toman piezas, pegan, montan, arreglan… Es toda una sinfonía ante la mirada. Esta línea de ensamblaje es capaz de fabricar sobre 1,100 vehículos por día. El ritmo es impresionante si se toma en perspectiva el producto final. Claro, al final siempre se ubica la mano humana para corroborar que no hubo ningún detalle fuera de lugar.
Todo este proceso ha llevado a que Hyundai logre una capacidad de producción de ocho millones de autos en 32 plantas alrededor de nueve países. Sin embargo, su modernidad no se basa en la cantidad, si no el empeño que ponen al crear sus productos.