Alpina cierra el año como una las empresas de lácteos más rentables del Ecuador y apuesta su gestión a una renovación de la marca, basado en los pilares de nutrición, sostenibilidad y sabor.
Así lo indica Ximena Wagner, Gerente General de Alpina Ecuador, con quien conversamos sobre las metas y retos con las que cierran este 2022 y potenciarán el siguiente.
Hace casi un año, en este mismo segmento, conversamos sobre Alpina en el país, ¿qué ha cambiado en los últimos meses?
—De un año hasta ahora, empezamos con el análisis de las marcas del portafolio de Alpina, la posición de cada una en el mercado y la nuestra como corporación. Nos dimos cuenta que el consumidor reconoce mucho nuestras marcas pero muy poco las relaciona con Alpina.
Además, hicimos un análisis de consumidor y tomamos la decisión de renovarnos con el afán de posicionar Alpina como compañía en Ecuador.
La ciudadanía piensa que los productos de Alpina provienen de Colombia, pero en realidad el 100% del portafolio de quesos y yogures se hace en Ecuador. Somos 570 colaboradores en la compañía, lo cual nos hace relevantes dentro de la industria.
Con esta renovación, queremos acercarnos al consumidor y la sociedad civil en general: comunidad, gremios, empresarios y gobierno, para involucrarnos con las necesidades puntuales del país.
¿Cómo se refleja este cambio?
—Empezamos con el cambio físico en el logo de Alpina. Nos dimos cuenta que podemos ser modernos y versátiles, expresado en varios colores, con un sentido de cercanía. Ahora están juntos el paraguas corporativo de Alpina y las diferentes marcas, agregándose valor mutuamente. No solo Alpina le transfiere credenciales a sus productos, sino ellos también a la marca, por su historia, tradición y características.
Queremos seguir trabajando por nuestras marcas en ese camino. De hecho, Kiosko es muy importante para Ecuador porque solo existe en este país y queremos renovarla también.
Además, estamos cambiando los empaques de nuestras marcas por una imagen más limpia, moderna y juvenil. La etiqueta es PET, mate y termoformada, dando muestras de la esencia de este cambio basado en tres pilares: sostenibilidad, nutrición y sabor.
¿Qué es la sostenibilidad para Alpina?
—Cada vez es más relevante en Ecuador y para nosotros el concepto de sostenibilidad se mide por el triple impacto: tienes que ser sostenible económicamente para generar empleo, pagar impuestos, mover la economía, y de esta manera puedas invertir en temas sociales y ambientales. Es filosofía de grupo.
El objetivo es lograr un balance entre las tres aristas y ojalá que muchas más empresas se unan. En sostenibilidad no hay competencia.
En cuanto a lo ambiental, hemos puesto énfasis en cómo reducir el plástico de un solo uso en nuestros empaques. Para esto, el año pasado empezamos reemplazando el plástico de la sobrecopa de Bon Yurt por un envase PET, cuyas características permiten que sea más fácil su reciclaje.
También estamos trabajando en fortalecer
con el consumidor un proceso de comunicación. Por ejemplo, con la nueva imagen lanzada en septiembre, de KiosKo y Finesse, cambiamos la etiqueta completa a PET, la cual viene con un prerecorte para que el consumidor pueda reciclarlo por separado. Pero creo que hay que aprender cómo hacerlo y comunicar cómo reciclar.
En este mismo tema, se viene una tecnología de termoformado que nos permite caminar hacia empaques reciclables, reutilizables o biodegradables. Estamos en la etapa de pruebas técnicas para cambiar el tipo de plástico de nuestras botellas o reducir el gramaje de las mismas para colocar menos cantidad de plástico en el mercado.
Además, también está en nuestros objetivos el reducir la huella de carbono. Para el 2023 tenemos la meta de implementar tecnología para reducir por lo menos un 15% de emisiones de carbono en nuestras dos plantas.
¿Qué acciones se han llevado a cabo en el pilar de nutrición??
—El año pasado firmamos convenios con el Banco de Alimentos de Quito y Guayaquil y venimos trabajando para que esta relación vaya más allá. Hemos donado más de 30 mil productos pero lo hemos acompañado con un proceso de voluntariado. Esto es importante en una cultura corporativa, porque la gente sabe que está trabajando en una empresa con propósito y eso le da una visión diferente a la empresa.
¿Y en cuánto al sabor?
—Está muy ligado a la nutrición y aplica tanto del Banco de Alimentos como a las fórmulas e innovaciones en productos.
Un Finesse y un KiosKo, tiene fórmulas totalmente diferentes porque entendemos que existen distintos requerimientos: quieren seguir tomando yogurt, pero tienen intolerancia, o quieren un producto light, o prefieren un producto más funcional con probióticos como Regeneris; entendimos lo que cada tipo de consumidor necesita.
Es por eso que Alpina ofrece variedad sin dejar de lado el sabor, pues somos una empresa de alimentos que cuida la tradición y calidad de nuestras marcas.
¿Cómo esperan cerrar el año y qué metas se plantean para el siguiente?
—Desde agosto de este año que empezamos con los cambios de empaques, seguiremos haciéndolo con el resto del portafolio de Alpina, a la par de irlo comunicándolo a la comunidad y acercándonos al consumidor de Ecuador.
Ha sido un año retador y esperamos cerrar con mucho positivismo. Somos 570 colaboradores que formamos parte de Alpina en Ecuador y gracias a ellos vamos creciendo a doble dígito, convirtiéndonos en la empresa de lácteos más rentable del país, pese a que el sector tiene un alto grado de informalidad. Por qué decimos esto, porque entre el 60 y 70% de la leche que se produce en el país proviene del mercado informal. Las empresas como Alpina somos parte de ese 30% que pagamos el valor de la leche que estipula la normativa, cumplimos con la ley, con la calidad, con registros sanitarios. Ese es nuestro valor agregado.
Diariamente compramos 140 mil litros de leche, de los cuales 25 mil corresponde a la producción en Machachi, en Pichincha, y la mayor parte de San Gabriel, en Carchi, por lo que Alpina es una de las industrias más grandes de esa provincia.