La Capilla Sixtina, joya del arte renacentista, es cuidadosamente acondicionada para albergar a los cardenales que participarán en el próximo cónclave papal.
Este lunes, con la muerte del Papa Francisco, se ha activado el protocolo del Vaticano para la elección de un nuevo Pontífice, y una de las primeras señales visibles de este proceso es el cierre de la capilla.
Una obra histórica, escenario de decisiones espirituales
Inaugurada en 1483 y decorada por Miguel Ángel, la Capilla Sixtina no solo es un símbolo del arte universal, sino también el escenario del evento más importante de la Iglesia Católica: la elección de un nuevo Papa.
Sus dimensiones replican las del Templo de Salomón y sus frescos representan pasajes bíblicos que inspiran a los votantes. Su cierre garantiza un ambiente de reflexión, libre de interferencias externas.
Medidas estrictas para preservar el secreto del cónclave
Durante el cónclave, los cardenales quedarán completamente aislados del mundo exterior: sin teléfonos, sin internet, sin contacto con nadie ajeno al proceso.
Por ello, la Capilla Sixtina es revisada minuciosamente para bloquear cualquier intento de comunicación o espionaje. En este espacio sagrado se tomará una de las decisiones más trascendentales para la fe católica: quién será el próximo sucesor de San Pedro.