En medio del Mar del Norte, una pequeña isla llamada Süderoog, parte del grupo de islas Halligen en Frisia del Norte, Alemania, es hogar de una única familia de cuatro personas.
Declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Süderoog se caracteriza por su aislamiento y su conexión íntima con la naturaleza.
Vivir al ritmo de la naturaleza
La familia, formada por una pareja y sus dos hijos, Fenja e Ilvy, ha encontrado en Süderoog una forma de vida desconectada del mundo moderno.
Sin vecinos ni distracciones, disfrutan de la tranquilidad que ofrece la isla. “Es liberador no tener vecinos que molesten y vivir al compás del clima y la naturaleza”, comparte uno de los padres.
A pesar de las dificultades logísticas, la familia valora su vida en Süderoog y asegura que el aislamiento les permite disfrutar de una existencia más auténtica y conectada con la naturaleza.
Fenja e Ilvy, las hijas de la pareja, asisten a una guardería en la isla vecina de Pellworm para recibir su educación.
El clima en Süderoog es impredecible, y las condiciones severas son frecuentes en la isla. Cuando las lluvias son intensas, se resguardan en un refugio preparado para resistir las adversidades. En caso de emergencias, deben llamar al 112, como cualquier ciudadano, pero ellos deben esperar la llegada de un helicóptero de rescate.
Vivir en Süderoog significa adaptarse a las reglas de la naturaleza y a una rutina lejos de las comodidades modernas, pero la familia está convencida de que este estilo de vida, aunque desafiante, es una experiencia invaluable que les ha permitido descubrir una forma distinta de entender el mundo.