La reputación y credibilidad de una empresa tarda años en construirse y forjarse. Sin embargo, cuando algo malo sucede, en tan solo un segundo, eso puede caerse. Así podría suceder -para la mirada de expertos internacionales- con el caso de OceanGate, la empresa encargada del submarino Titán, que desapareció el pasado domingo 18 de junio, y al momento se encuentra en una fase crítica de búsqueda.
Además, no solo se trataría de un problema, sino que esta firma, tras el suceso, ha logrado obtener una mirada de desconfianza ante el mundo, debido a que una vez que se perdió contacto con el sumergible, no se conoció nada más sobre las personas que estaban adentro.
“Es el escenario más grave de todos sin ninguna duda. Sobretodo deja una huella en la memoria muy complicada de remontar. Al final como la reputación son expectativas, son creencias compartidas, pues depende mucho del impacto de la huella que deja esa situación crítica”, aseguró Ivan Pino, Director Senior de Crisis y Riesgos en Llyc, en una entrevista para la Televisión Española.
Con estos factores, la viabilidad de la empresa tiene un horizonte complicado, porque incluso a otros casos similares, donde hubo fallecidos, llevaron a otras firmas al cierre o a la quiebra.
Por ejemplo está el accidente del avión Concorde, ocurrido el pasado 25 de julio del años 2000, canceló los vuelos de Air France. La aeronave partió del Aeropuerto de París-Charles de Gaulle próximo a París, Francia, con rumbo al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York, Estados Unidos. Ese día, el Concorde francés sufrió un accidente al despegar, estrellándose en Gonesse, Francia.
“Al final condiciona el comportamiento de los inversores, de los compradores, de los empleados Es decir, de todos aquellos grupos que depende la viabilidad y sostenibilidad de una empresa”, agregó Pino.
Además, recomienda que toda empresa debe estar preparada para el pero escenario que afecte su reputación para saberlo gestionar y poder tener una recuperación de su imagen.
