El pasado 28 de noviembre, México y el mundo del espectáculo quedaron consternados con la noticia del fallecimiento de Silvia Pinal, una de las últimas divas del cine mexicano. A los 93 años, Pinal dejó un vacío imposible de llenar en el cine, el teatro y la televisión, marcando el final de una era dorada en la industria del entretenimiento. La actriz no solo brilló por su talento y belleza, sino también por su carácter audaz y una vida repleta de éxitos, controversias y relaciones personales que la mantuvieron siempre bajo los reflectores.
Pinal se consolidó como una figura icónica en la Edad de Oro del cine mexicano pero detrás de su éxito y glamour, también enfrentó escándalos que la hicieron aún más fascinante para el público. Uno de los episodios más polémicos de su vida fue su romance con el político mexicano Tulio Hernández, un vínculo que reflejó su espíritu indomable y su capacidad para romper reglas.
El romance con Tulio Hernández
En medio de su apogeo artístico, Silvia Pinal vivió una relación que marcaría una etapa crucial en su vida personal y profesional: su matrimonio con Tulio Hernández, un influyente político mexicano. Aunque inicialmente fue un secreto a voces, este romance no sólo simbolizó la unión entre el mundo del espectáculo y la política, sino que también influyó en la trayectoria de ambos.
Tulio Hernández, gobernador de Tlaxcala de 1981 a 1987, era conocido por su discreción y habilidad política, atributos que parecían contrastar con el carisma y glamour de la estrella del cine mexicano. Sin embargo, la conexión entre ambos fue lo suficientemente sólida como para resistir las miradas críticas y la presión de la opinión pública.
Tras su separación de Enrique Guzmán, Silvia encontró en Tulio un refugio emocional y un nuevo comienzo. La relación se consolidó en un momento de desafíos personales para la actriz, ya que la planeación de su boda se pospuso debido a la tragedia que marcó su vida: la muerte de su hija, Viridiana Alatriste, en un accidente automovilístico. A pesar del duelo, Silvia y Tulio finalmente formalizaron su unión, especialmente después de que él asumiera la gubernatura de Tlaxcala.
En su autobiografía, Esta Soy Yo, Silvia describió que aunque Tulio no tenía el atractivo físico de sus parejas anteriores, su inteligencia y sentido del humor conquistaron su corazón.
La relación duró 13 años y estuvo marcado por momentos de estabilidad, pero también por retos personales. Un accidente en motocicleta que dejó a Tulio en coma durante casi dos semanas marcó un antes y un después en la relación. Silvia confesó que este evento alteró significativamente la personalidad de Tulio, lo que eventualmente los llevó a separarse.
La incursión de Silvia en la política
El vínculo con Tulio Hernández no solo influyó en su vida personal, sino que coincidió con su interés por la política. En 1991, Silvia Pinal sorprendió a México al convertirse en miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ser elegida como diputada federal. Su entrada a este ámbito representó un compromiso con causas que siempre la habían apasionado, como la protección de los derechos de los artistas y el fortalecimiento de la industria cultural.
Durante su mandato, Pinal logró que la Ley Cinematográfica contemplara los derechos de los intérpretes, trabajó en la Ley del Turismo y promovió reformas significativas en temas ecológicos. En 1997, su carrera política alcanzó otro hito al ser elegida senadora y representante de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal. En este periodo, abogó por la reducción de impuestos al teatro y fomentó la difusión de obras literarias relacionadas con el mundo del espectáculo.
Sin embargo, a finales de los años 90, Silvia enfrentó problemas legales derivados de su gestión como líder de la Asociación de Productores de Teatro (Protea), lo que la obligó a refugiarse temporalmente en Miami. Tras casi un año de incertidumbre, fue declarada inocente y regresó a México para retomar su vida y carrera.
