Santiago Gangotena soñó con crear la primera universidad privada del Ecuador al regresar al país tras sus estudios en física en EEUU. Su anhelo era trasladar esa experiencia universitaria norteamericana a los estudiantes locales y formar “ciudadanos del mundo” a través de la filosofía de Artes Liberales.
Hernán Cueva, CEO de Metro Ecuador, conversó con Gangotena para conocer sobre los inicios de esta institución, de la cual es su fundador y Canciller del Consejo de Regentes.
¿En qué contexto se crea la USFQ?
—Estudié mi maestría en Física Nuclear en la Universidad de Auburn y el Doctorado en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, en Estados Unidos. Ahí aprendí de primera mano sobre el sistema de artes liberales, cuyo objetivo es formar un ciudadano del mundo.
Mi experiencia de estudios en EEUU fue fantástica, no solo desde el punto de vista de conocimientos sino a nivel social. Creo que los mejores momentos de una persona se viven en la universidad y lo quería replicar aquí. Es por eso que al regresar a Ecuador, perseguí ese sueño y para capitalizarlo tuve que empezar por el mundo de la comunicación.
Iniciamos con una revista llamada “La llave de la Mitad del Mundo” en 1978 con una circulación de 10.000 ejemplares. Fue un éxito. Después abrí una editora y la agencia de publicidad “Comunica” con Jorge Landívar Mantilla, donde realizamos el primer diseño de una tarjeta bancaria en Ecuador, el primer ‘jingle’ hecho en computadora para una marca, entre otros proyectos.
Mientras trabajaba en eso diseñaba la universidad. Con Jorge íbamos pensando en el nombre que tendría, pensamos en “Universidad Gangotena”, “Universidad de Quito”, hasta que nos quedamos con Universidad San Francisco de Quito y la posicionamos como “San Pancho”.
¿Cómo empieza a tomar forma este proyecto?
—La USFQ comenzó clases el 1 de septiembre de 1988, el año del Dragón. El 8 es el número de la suerte en la cultura china por lo que para nosotros tiene mucho simbolismo.
Empezamos clases un lunes, con 126 alumnos, en una casa ubicada en la Av. 12 de Octubre, con Arquitectura, Medicina y Leyes.
En ese momento no éramos reconocidos por el Gobierno porque el Congreso de ese entonces no daba paso a que exista una universidad privada, ya que habían 18 públicas. Pero nosotros insistimos y nació como Proyecto Universidad San Francisco de Quito. Nos podían cerrar la universidad en cualquier momento, pero los estudiantes con los que empezamos lo sabían y firmaron un consentimiento.
Sin embargo, en 1995, el gobierno de Sixto Durán Ballén nos otorga los permisos respectivos como universidad.
Conforme fuimos creciendo, nos ubicamos en un edificio de la Academia Cotopaxi, y finalmente en 1994 trasladamos la universidad a su ubicación actual en Cumbayá, construyendo este campus en siete meses. Pasamos de 480 estudiantes a más de 8 mil hoy en día.
¿Qué son las artes liberales, el modelo que impulsa esta universidad?
—La filosofía de artes liberales es una idea universal, que busca crear una comunidad de personas que están descubriendo el universo.
Esta tendencia empieza en Europa en la Edad Media, donde se conforman las Artes Liberales, venidas de Grecia y Roma. Una educación para las personas libres, que está constituida de 2 partes, el trivium: gramática, retórica y lógica, para aprender a convencer por la palabra y no por las armas, y el quadrivium o estudio del orden en el universo o el estudio del número: aritmética, geometría, astronomía y música. Las artes liberales te permitían ingresar al doctorado en filosofía.
Ahora, ¿cuál es la situación de la educación superior en el país?
— Las universidades privadas en Ecuador siguen sin recibir recursos por parte del Estado, lo cual es una injusticia, por que a la final todos los padres de familia pagamos impuestos.
Sin embargo, nosotros somos la primera universidad de investigación del país, somos la primera en equipamiento, contamos con los mejores profesores, tenemos el mejor sistema educativo y somos reconocidos a nivel internacional gracias a nuestros graduados que van a los mejores hospitales del mundo o son parte de laboratorios como CERN, European Organization for Nuclear Research en Suiza, o en Fermilab en Chicago (EEUU).
La ley sobre educación superior es hecha por gente que desconoce sobre el mundo fuera de Ecuador. Todavía somos muy localistas, no hay una lucha de ideas sino una lucha por sobrevivir.
En ese contexto, ¿qué aspecto destaca de la USFQ?
—Antes de la pandemia recibimos alrededor de mil estudiantes extranjeros de 46 países, y enviamos a cerca de 300 estudiantes a EEUU, Europa y Asia. Para mí, esto es lo más importante de la educación, abrir la mente.
Cualquier estudiante, con o sin beca, continúa pagando la universidad en Ecuador pero tiene la oportunidad de viajar en tercer año a alguna de las 300 instituciones de educación superior con las que tenemos convenio para intercambio. El estudiante de USFQ puede ir a la primera escuela de Economía en Singapur o la de Boston, universidades que cuestan miles de dólares pero con la USFQ puede hacerlo.
Este tipo de educación no solamente les abre la mente al mundo a los estudiantes sino también las oportunidades de continuar maestrías y doctorados en el extranjero.
Esto nos ha valido una reputación reconocida en el exterior y los docentes que han tenido la oportunidad de trabajar con nosotros aprecian y quieren a la universidad.
¿Qué falta por hacer?
—Me faltó crear residencias dentro de la USFQ. En las universidades americanas, el estudiante vive en el campus donde tiene acceso a teatros, gimnasios, estadios, canchas, restaurantes, y más servicios. La experiencia es totalmente enriquecedora, tanto física como espiritualmente. Por los costos no se pudo completar este objetivo.
Pero todo lo demás está hecho. Como universidad, somos la única en América Latina con un sistema americano. En la USFQ está prohibido el uso de usted y de títulos, se promueve el trato con el nombre, el ser buena gente, se incentiva la creación de una comunidad y se permite tomar materias de todas las áreas del conocimiento, independientemente de la especialidad, pues es una formación muchísimo más amplia que la de universidades del tipo latinoamericano o europeo.
Incluso, existe flexibilidad. Por ejemplo, un alumno que inicia en Administración se puede cambiar a Medicina porque los primeros años son generales para todos. El 20% de nuestros estudiantes se cambian de carrera en los primeros dos años, algo razonable porque a los 17 o 18 años no tienen claro qué especialidad seguir.
El sistema está armado para que el estudiante no pierda continuidad y creo que es la forma más eficiente de estudio para países en desarrollo como el Ecuador.
¿Cuál es el futuro de la USFQ?
—El sistema educativo de las artes liberales le convierte a uno en ciudadano del mundo. Se siente seguro en cualquier cultura. Por ejemplo, aquí toman un curso de Cultura Gastronómica donde se les enseña etiqueta de seis países o regiones del mundo: España, Francia, Italia, Las Américas, Ecuador y Oriente. Una estudiante pudo hacer su pasantía en una de las vinícolas más grandes del mundo solo por conocer la etiqueta correcta en una cena de negocios; otro joven es gerente en una empresa japonesa en Lima y sus anfitriones lo acogen como parte de su familia solo por saber manejar palillos y tener conocimientos sobre budismo.
Estos son algunos ejemplos de cómo la educación les abre posibilidades que no hubiesen pensado.
¿El Santiago de hace 34 años se hubiese imaginado hasta dónde llegó este sueño de crear una universidad?
—Sí, y me la imaginaba más grande de lo que actualmente es.