El ataud del papa Francisco fue sellado este viernes 25 de abril en una ceremonia privada y profundamente simbólica en la basílica de San Pedro, en el Vaticano. El cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell presidió el acto final tras la capilla ardiente, que recibió a más de 250.000 fieles en tres días.
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La sepultura del papa Francisco, fallecido el pasado lunes 21 de abril, rompió con algunas tradiciones vaticanas. A diferencia de sus predecesores, su cuerpo no fue expuesto sobre un catafalco, sino en un ataúd de madera sencillo, reflejando su estilo humilde y austero.

Ritos cargados de simbolismo
Durante la ceremonia, se colocó un velo blanco sobre su rostro y se roció su cuerpo con agua bendita mientras se elevaban oraciones. Dentro del ataúd se introdujo una bolsa con monedas y medallas de su pontificado, así como un cilindro metálico con el rogito, un documento en latín que resume los hechos más importantes de su vida y papado.
El rogito destaca su compromiso con los más vulnerables, su lucha contra los abusos clericales y su defensa del medio ambiente. Fue leído por el maestro de ceremonias Diego Ravelli y firmado por altos dignatarios del Vaticano como los cardenales Giovanni Battista Re, Pietro Parolin y Mauro Gambetti.

Un legado sellado
El féretro fue cerrado con una tapa de zinc que lleva grabados una cruz, su escudo papal y sus datos biográficos. Luego, fue introducido en un segundo ataúd de madera, sellado con los emblemas oficiales del Vaticano.
Con este acto, el papa Francisco descansa finalmente en la basílica de San Pedro, con sus zapatos usados y su legado de humildad como testimonio eterno de su pontificado.
