Desde el inicio de su papado en 2013, Jorge Mario Bergoglio expresó en varias ocasiones su deseo de volver a Argentina. En 2017 estuvo más cerca que nunca de hacerlo, durante su visita a Chile, pero la idea fue descartada por coincidir con el calendario electoral.
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Entre la fe y evitar llegar en fechas incómodas
Francisco solía responder cuando se le preguntaba sobre su regreso: “Yo querría ir, pero no está decidido”.
Más allá de la logística, su decisión buscaba evitar que su figura fuera usada con fines políticos en un país profundamente polarizado.Sin embargo, siempre explicó lo que sucedía con la agenda en entrevista con los medios.
Un papa con alma de tango y un corazón futbolero
El Papa, que soñaba con un viaje sencillo para reencontrarse con su gente, priorizó durante su pontificado a países olvidados o en conflicto.
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Myanmar, Sudán del Sur, Irak y Mongolia estuvieron en su agenda. Argentina, su hogar, quedó siempre en espera.

El legado de un Papa universal
A pesar de su ausencia física, Francisco nunca dejó de hablar de su país con afecto. “Mi pueblo”, decía cada vez que lo nombraba.
El pontífice argentino será recordado por su cercanía con los más humildes y su lucha por la unidad, aunque esa visita tan anhelada nunca ocurrió.
