El tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus), también conocido como tilacino, fue un marsupial carnívoro nativo de Australia, Tasmania y Nueva Guinea.
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A pesar de su nombre, no era un felino, sino un pariente lejano del canguro y el demonio de Tasmania. Su aspecto llamativo —similar al de un perro con rayas en la espalda— y su comportamiento solitario lo convirtieron en una de las especies más enigmáticas del continente.
El último ejemplar conocido murió en cautiverio en el zoológico de Hobart en 1936, marcando el fin oficial de la especie. Desde entonces, el tilacino ha sido un símbolo de pérdida ecológica, al mismo tiempo que ha alimentado mitos sobre su supuesta supervivencia en zonas remotas.
¿Por qué se extinguió el tigre de Tasmania?
Las causas de su extinción están relacionadas principalmente con la acción humana. A finales del siglo XIX y principios del XX, el tilacino fue perseguido activamente por colonos europeos, quienes lo consideraban una amenaza para el ganado. El gobierno de Tasmania incluso ofrecía recompensas por cada ejemplar cazado.

Además de la caza excesiva, la llegada de enfermedades, la pérdida de hábitat y la competencia con especies introducidas como los perros y zorros, aceleraron el colapso de su población. Para cuando se implementaron leyes de protección, ya era demasiado tarde.
La biotecnología quiere revivirlo
Hoy, casi un siglo después de su desaparición, la biotecnología podría ofrecerle una segunda oportunidad. La empresa estadounidense Colossal Biosciences, la misma que lidera los avances para “revivir” al lobo terrible (Canis dirus), ha anunciado su ambicioso plan para traer de vuelta al tigre de Tasmania.
Utilizando edición genética CRISPR, los científicos buscan insertar secuencias de ADN del tilacino en el genoma de su pariente más cercano vivo, el dunnart. A través de este proceso, esperan generar un embrión viable y criarlo en un entorno artificial.
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¿Renacer o reconstrucción?
Aunque el proyecto ha generado entusiasmo en la comunidad científica y mediática, también plantea interrogantes éticos y ecológicos. ¿Puede realmente revivirse una especie extinta? ¿Cuál sería su rol en un ecosistema que ha cambiado tanto desde su desaparición?
El caso del tigre de Tasmania se convierte así en el emblema de una nueva era donde la frontera entre extinción y resurrección podría volverse difusa. Mientras tanto, el debate sobre los límites de la ingeniería genética apenas comienza