El voto nulo fue la tercera opción preferida en Ecuador en las elecciones del 9 de febrero, con un 6,8% del total, solo por detrás de los finalistas. Esa cifra, que fue incluso mayor en los comicios anteriores de 2023 y de 2021, refleja el desencanto de unos ciudadanos que se dicen decepcionados por los políticos o poco representados por los gobernantes y sus propuestas.
En los comicios del pasado domingo, cuyo escrutinio ha llegado al 99,5%, los ecuatorianos decidieron que el presidente Daniel Noboa y su rival la izquierdista Luisa González pasen a segunda vuelta y deban medirse de nuevo en las urnas para decidir quién llegar a la Presidencia. Les concedieron más del 88% de los votos en una votación muy reñida que terminó en prácticamente empate.
Eso les obliga ahora, de cara al balotaje del 13 de abril, a buscar nuevos apoyos entre quienes votaron por otros candidatos —como el medio millón de personas que apoyó al candidato indígena Leonidas Iza— o a quienes anularon su voto. Si el voto nulo hubiera sido un candidato presidencial, habría quedado en tercer lugar.
El analista y catedrático de la universidad Andina, Hernán Reyes, comentó que el sufragio nulo evidencia un rechazo a la obligación de ir a votar y además “un hartazgo, un hastío, un repudio a la política en general y a sus actores, de todas y cada una de las líneas ideológicas posibles”. Es un voto que difícilmente podrá cambiar, auguró.
Estas son las razones que arguyen algunos votantes para no haber confiado en ninguno de los candidatos:
Por desencanto con los políticos
Santiago Padrón, artista y activista político, afirmó a la AP que no se siente representado. “El sistema no me representa, el Estado no me representa, soy anarquista”, argumentó.
“Tengo otra idea de lo que es el Estado y no se parece a lo que tenemos; mi forma de hacer política es no delegar el voto ni el poder a alguien”.
“Lo que nos proponen ahora para la segunda vuelta es escoger entre un populismo enfermo, añejo, y una nueva banda de tiktokeros vacíos de contenido: ambos son huecos”, aseveró y completó “no estamos eligiendo, estamos escogiendo el mal menor y eso es inadmisible”.
En los últimos cinco años tres presidentes han pasado por el poder en Ecuador. Hasta 2021, gobernó Lenín Moreno. Luego llegó el banquero de derecha Guillermo Lasso, que fue incapaz de terminar su mandato y disolvió la Asamblea en 2023 para evitarse una crisis política interna. Le sucedió Noboa que busca la reelección tras poco más de 14 meses en la Presidencia.
Por no sentirse escuchados
“Estoy cansado de las elecciones; este último tiempo hemos tenido un montón de elecciones y nada ha cambiado”, dijo Raúl Molina, comerciante de 42 años.
“Nadie soluciona las cosas, los pobres seguimos siendo pobres, no hay oportunidades de trabajo ni desarrollo”, manifestó en declaraciones a la AP. Defiende que la ciudadanía trabaja muy duro y la situación está cada vez peor.
“Voté nulo y seguiré votando nulo. Es mi forma de decirles (a los políticos) que no les creo nada de sus ofertas”, añadió.
Desde 2020, los ecuatorianos han asistido a seis procesos electorales, entre elecciones municipales y provinciales, consultas populares y comicios presidenciales. En poco más de un mes volverán a las urnas para decidir entre Noboa y González.
En 2023, cuando ambos se enfrentaban cara a cara por primera vez, el voto nulo fue de 7,8%. Dos años antes, cuando Lasso ganó al izquierdista Andrés Arauz, fue mucho mayor y llegó al 16,33%.
Por falta de soluciones reales
Cristina Muquinche, de 46 años, trabaja en una clínica de masajes y votó nulo. Su familia también, asegura. “Porque preferimos tener una posición neutral sobre los temas políticos”. Cree que los candidatos ”no dan soluciones a los problemas de la ciudadanía ni a la sociedad” y que “ellos tienen sus intereses egoístas en donde el pueblo no es la prioridad”.
Entre los elementos mencionados sobre el desencanto de los ecuatorianos en el sistema y en los políticos está la falta de empleo —solo un 33% de los ecuatorianos tiene un empleo formal— y la pobreza. El 28% de la población es pobre y más del 12% están en situación de pobreza extrema. Asimismo, la espiral de violencia criminal, que se ha traducido en casos diarios de secuestros, extorsiones y muertes violentas, que sólo en enero de este año llegaron a 731.
Por unas propuestas no convincentes
“Para mí, los dos parecen una catástrofe, ninguno me genera convicción, ¡qué decepción!”, manifestó Lourdes Quilligana, abogada de 52 años.
Detalló que si un candidato puede presentar “un plan de acción más detallado, realista y convincente para abordar los problemas que más preocupan”, como seguridad, economía, corrupción, “eso podría cambiar mi perspectiva”.
Pero, matizó, “la incertidumbre y desconfianza son grandes y realmente es difícil cambiar mi voto nulo”.
En las elecciones del domingo se presentaron 16 candidatos, algunos de ellos, absolutos desconocidos en política. Dos años atrás, fueron ocho aspirantes. Y en 2021, también 16 sin importar que la mayoría no tenían prácticamente opciones. Además del voto nulo, las urnas recibieron hace cinco días más de 200.000 papeletas en blanco.