Marcus Williams, un padre de 35 años, comenzó a experimentar síntomas como dolores de cabeza intensos, fatiga y convulsiones. A pesar de la gravedad de estos síntomas, los médicos inicialmente lo diagnosticaron con vértigo y lo enviaron de regreso a casa. Esta situación persistió hasta que su esposa, Laura, notó que el ojo de Marcus se estaba dormido y que empezó a vomitar en chorro.
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Incluso los paramédicos minimizaron los síntomas, sugiriendo problemas menores, como un oído tapado o trastornos de salud mental. A medida que su condición empeoraba, Laura insistió en que se le realizara una tomografía computarizada.
El tumor cerebral de Marcus: intervención quirúrgica salva su vida
La tomografía computarizada reveló un tumor cerebral de gran tamaño. Los médicos informaron a la familia que Marcus tenía pocas horas de vida sin una cirugía de emergencia. Se organizó de inmediato una intervención quirúrgica que duró 12 horas, logrando extirpar el 98% del tumor.
Después de la operación, Marcus pasó cinco días en cuidados intensivos, y los médicos le diagnosticaron glioblastoma, un tipo de tumor cerebral agresivo con una baja tasa de supervivencia.
Glioblastoma: el desafío de Marcus y su familia tras la cirugía
La familia de Marcus enfrentó un duro proceso tras el diagnóstico de glioblastoma. Su hija de cinco años, Lola, no comprendía la situación, preguntando por qué su padre no podía jugar con ella. La familia también enfrentó el reto de la separación temporal, ya que Lola tuvo que quedarse con sus abuelos mientras Laura acompañaba a Marcus en el hospital.
Luego de la cirugía, Marcus comenzó un tratamiento de radioterapia y quimioterapia. Aunque sigue recibiendo medicación para controlar las convulsiones, ha mostrado signos de mejoría. A pesar de los desafíos, Laura continúa con su lucha, participando en actividades de recaudación de fondos para apoyar la investigación sobre tumores cerebrales.