El pasado martes 31 de diciembre, Ecuador se enteraba de la noticia de que los cuatro cuerpos hallados calcinados en Taura eran de los cuatro menores desaparecidos hace más de dos semanas.
Tras el hallazgo de los cuerpos, el estado de los cadáveres imposibilitó la labor de los forenses de informar en las primeras horas si se trataban de los cuatro menores, teniendo a sus padres en vilo.
En un artículo recogido por la BBC en donde se relata como uno de los padres iba reconociendo poco a poco el cuerpo de sus hijos a pesar del estado.
“Yo vi a mis dos hijos, solamente les dejaron sus pies”, afirmó el padre, describiendo la escena que lo marcó para siempre. Gracias a características físicas particulares, como los callos de los pies de Ismael, producto de su pasión por el fútbol, pudo reconocer a su hijo mayor. Los restos de Josué fueron identificados por un dedo y parte de su cráneo.
Este desgarrador testimonio confirma las peores sospechas sobre el destino de los cuatro menores, quienes fueron detenidos por militares el pasado 8 de diciembre tras una práctica de fútbol. La Fiscalía General del Estado ya había confirmado que los cuerpos encontrados correspondían a los niños desaparecidos, pero los detalles proporcionados por el padre añaden una nueva dimensión de horror a este caso.
La familia de las víctimas ha exigido una investigación exhaustiva y transparente, así como justicia para sus seres queridos. “Queremos sacar los cuerpos y llevarlos internacionalmente a que les hagan el examen de ADN. En eso quisiéramos que nos ayuden, porque queremos justicia”, afirmó el padre.
Este caso ha generado una gran conmoción en Ecuador y ha puesto en el centro del debate temas como la violencia, la actuación de las fuerzas armadas y la protección de los derechos de los niños. La sociedad ecuatoriana exige respuestas y exige que se castigue a los responsables de esta atrocidad.