Este jueves 19 de diciembre se cerró el caso alrededor del depredador sexual Dominique Pelicot. La víctima era la pareja del atacante, mujer de 72 años que enfrente violaciones bajo sumisión química.
Estos abusos se prolongaron durante casi una década y las perpetraron unos setenta hombres de los que se pudo identificar a 51, incluido Dominique.
El medio centenar restante, a los que Dominique contactaba por internet, eran hombres de entre 27 y 74 años y de todas las clases sociales: bomberos, camioneros, periodistas, enfermeros, militares y jubilados.
“Yo también tenía un hombre excepcional, pero el perfil del violador puede estar en la familia, en los amigos”, advirtió Gisèle Pelicot al intervenir en el juicio en octubre.
Declaraciones
Dentro de este juicio, más allá de las aberraciones contadas por la víctima, sorprendieron las declaraciones del atacante y depredador sexual.
El hombre que amaba desesperadamente a su mujer y a su familia pero, tras 40 años resistiéndose, se dejó vencer por impulsos pervertidos.
También es el hombre que ya no tenía nada que perder: dijo que esperaba recibir la pena máxima y pasar 20 años en prisión cuando se pronuncie el veredicto esta semana.
“Nadie le pertenece a alguien más, pero yo hice lo que quise cuando tuve el impulso”, dijo Pelicot un día durante el juicio. “El día siguiente era terrible, porque veía en qué mal estado se encontraba”, dijo, “pero hoy no me quejaré, porque sería indecente. Es ella la que sufre, no yo”, declaró al observar las condiciones de su mujer al día siguiente.
“Tengo algo dentro de mí contra lo que he luchado durante mucho tiempo, gracias a mi mujer”, dijo un día. Otro día dijo: “La quería enormemente y la sigo queriendo”.
Durante los meses que pasó ante el tribunal, Pelicot presentó sobre todo su lado A: educado, arrepentido y, según dijo, trabajando con psicólogos para comprenderse a sí mismo.
“Estoy aquí por la verdad, efectivamente”, dijo un día. “No oculto nada”...“Soy un violador como muchos de los presentes”, dijo cerca del comienzo del juicio. “Lo sabían todo, todo”.
“Soy tan responsable como ellos”, dijo meses después, en su último día de testimonio e interrogatorio. “Sin mí, ellos no estarían aquí. Y sin ellos, yo no estaría aquí”.