La tradición heladera de Salcedo, un pueblo ecuatoriano enclavado en un pintoresco valle del centro andino de la provincia de Cotopaxi y paso obligado por tierra hacia el norte y sur del país, nació a mediados del siglo pasado en un convento de monjas franciscanas.
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La historia cuenta que las religiosas tomaban batidos de frutas con leche y a sor Rosa María Durán se le ocurrió reunir los restos de los batidos en un mismo vaso y crear el helado de cuatro sabores. El éxito fue inmediato y lo ofreció en venta a la población para recaudar dinero para los más pobres, pero el ingenio de la gente de Salcedo vio allí una oportunidad de negocio.
Pero la crisis energética que atraviesa Ecuador, con cortes de luz diarios que a veces llegan hasta las 14 horas, ha causado el cierre de unas 30 plantas de fabricación de helados y el pronóstico no es alentador.
“Estamos viviendo el peor mal del tercer mundo, quedarnos sin luz, quedarnos a oscuras” y si la situación no cambia hasta fines de diciembre “no queda más que cerrar y dedicarnos a otra cosa”, dijo a The Associated Press Gabriel Pumasunta, dueño junto a sus dos hermanos de la fábrica artesanal de helados Polar Bear.
Hasta hace poco era un negocio próspero, pero los racionamientos de energía impiden la fabricación y el almacenaje de los helados en los puntos de venta, donde se derriten durante los cortes de luz.
Antes de los apagones Polar Bear producía 60.000 helados al mes, ahora con suerte llegan a los 10.000 y de 10 trabajadores sólo quedan dos. “Con esa producción el mes pasado no alcanzó para cubrir todas nuestras obligaciones”, contó Pumasunta.
Para hacer frente a la situación han tenido que recurrir a los ahorros de la empresa y de la familia y para reducir costos ahora Pumasunta hace de chofer, repartidor y operario de la fábrica en la que también han empezado a trabajar su padre y madre.
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Desde mediados de septiembre Ecuador registra apagones diarios de hasta 14 horas debido a una fuerte sequía que, de acuerdo con las autoridades, ha impedido la generación del sistema hidroeléctrico, del cual se obtiene la mayor parte de la electricidad. La crisis afecta especialmente al llamado complejo Mazar en el sur ecuatoriano, que abastece el 38% de la demanda nacional.
El mandatario Daniel Noboa, en el poder desde fines del año pasado, no ha logrado dar una solución al problema que ha causado pérdidas por unos 7.500 millones de dólares, según cálculos de las cámaras de producción y comercio.
Germán Soria, presidente de la Asociación de Producción de Helados Artesanales, destacó que en Salcedo antes de los racionamientos había 80 plantas de producción de pequeños y medianos emprendedores y tres empresas grandes. Después de los cortes al menos 30 han quebrado o cerrado.
Su planta de producción, en un galpón detrás de su casa, luce vacía, sin luz y en silencio. Hace tres semanas está sin actividad y para cubrir los gastos y obligaciones “he tenido que vender algunas cosas y un terreno”, precisó Soria a AP.
Explicó que los racionamientos intermitentes “no permiten que podamos planificar ni desarrollar nuestras actividades” pero además “nuestros clientes tampoco se arriesgan a recibir el producto” porque no pueden mantenerlo congelado.
Según estimaciones iniciales, unas 300 personas se han quedado sin empleo en las empresas de helados de Salcedo, famoso por sus paletas de leche, naranjilla, taxo —una fruta de sabor parecido al maracuyá, algo más ácida pero muy aromática— y mora.
Los heladeros de Salcedo están aferrados a la promesa del presidente Noboa de que en diciembre se acabarán los racionamientos, pero los expertos dudan que el mandatario pueda cumplir su palabra porque el país no tiene capacidad de solventar un déficit estimado en alrededor de 1.900 megavatios.
“En realidad vemos muy difícil que eso sea posible cumplir porque superar la crisis no depende de las acciones del gobierno” sino de la cantidad de lluvias que “alimentan los sistemas hidroeléctricos”, dijo a AP el analista y presidente de Colegio de Ingenieros Eléctricos, Marco Acuña.
El gobierno ha comprando y alquilado grupos de generación eléctrica que aún no han llegado al país, pero aún en funcionamiento “no alcanzan para cubrir el déficit de energía”, dijo Acuña.
La producción de helados también genera una cadena económica virtuosa que incluye a los productores de leche, frutas, transportistas y las tiendas en los barrios de todo el país y al filo de importantes carreteras como la Panamericana o la Ruta Viva, que va de Quito a los valles cercanos del este y donde se puede ver a decenas de personas promocionando los famosos helados de Salcedo con paletas de cartón que recrean sus colores originales.
En la zona de Panzaleo, al costado de la Panamericana, María Juliette López hace señas a los vehículos que pasan veloces cerca de su local. Muchos se detienen unos minutos, compran helados u otros productos y siguen el viaje.
“Antes pedíamos unos 150 helados (diarios), ahora con esto de los cortes cogemos unos 30 o 40 porque si pedimos más se descongelan”, dijo a AP. “El truco es mantener el congelador cerrado la mayor parte del tiempo para que no se escape el frío”, agregó.
Aunque la crisis parece golpear con más fuerza a los pequeños y medianos productores, las tres grandes empresas de Salcedo también se han visto afectadas.
Al mediodía en la planta de producción de CorpIceCream sólo una empleada realiza tareas de limpieza en la penumbra por la falta de energía. Allí deberían estar 35 empleados encargados de producir hasta 20.000 helados diarios de 40 sabores.
El gerente de la compañía, Paco Hinojosa, explicó que “lo que nos ha salvado son los envíos a Estados Unidos”, adonde se exportan 120.000 helados mensuales. Pero la semana pasada se “fue el último contenedor del año porque allá empieza la temporada fría y no hay más pedidos hasta marzo”.
En el mercado interno se ha producido una reducción de al menos el 40% de los pedidos por los apagones y eso ha repercutido en la cadena de proveedores: “si antes pedíamos unos 2.500 litros de leche diarios y 160 litros de crema, hemos bajado los pedidos a la mitad, igual cosa con las frutas”.
Junto a su escritorio Hinojosa posee una especie de altar con la imagen del patrono de la ciudad, san Miguel Arcángel, a quien en las recientes fiestas patronales le pidió “salud para los socios, estabilidad para la empresa y lluvias”.
“Llegar a la empresa y encontrarla paralizada por la falta de luz duele, vienen las lágrimas a los ojos”, se lamentó.