Investigaciones recientes de astrònomos de la NASA y especialistas de la Universidad de Warwick han analizado con una visión más clara el fin del mundo y el futuro del sol en la tierra se estiman que su ciclo vital finalizará en unos 5.000 millones de años. A medida que agote su suministro de hidrógeno, nuestro astro pasará de ser una estrella estable a transformarse en una gigante roja.
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Este cambio dramático provocará que su tamaño aumente significativamente, liberando una enorme cantidad de energía que alterará radicalmente el equilibrio del sistema solar y marcará el fin de la vida en la Tierra tal y como ahora la conocemos.
El sol en su fase final: La tierra y sus países vecinos como amenaza.
Cuando el sol entre en su fase de expansión como gigante rojo, planetas cercanos como Mercurio y Venus serán absorbidos por su atmósfera incandescente. La tierra, aunque no será absorbida de inmediato, sufrirá cambios extremos; el calor intenso provocará la evaporación completa de los océanos, y la atmósfera se verá arrastrada hacia el espacio, dejando al planeta completamente inhabitable. En esta etapa, la vida dejará de ser posible en cualquier forma conocida.
Al final de este ciclo, el sol se reducirá a un núcleo denso y caliente, apagándose lentamente y marcando el cierre definitivo de su existencia activa en el sistema solar.
¿Será un final abrupto o un apagón lento?
El final del sol no se parecerá a una supernova explosiva, sino que se asemejará a un proceso gradual en el que la estrella irá apagándose cada vez más. Según los científicos, este margen ofrece a la humanidad tiempo para buscar alternativas de supervivencia.
Sin embargo, la creciente luminosidad del sol y los efectos del cambio climático podrían volver a la Tierra inhabitable mucho antes de su colapso final. Se estima que dentro de unos 1.000 millones de años la radiación será tan intensa que erosionará la atmósfera terrestre. Esto plantea la necesidad de que los seres humanos colonizen otros planetas. Marte podría convertirse en una opción, siendo un lugar más habitable antes del fin del sol, siempre y cuando el avance con la exploración espacial lo permita.
Los expertos señalan que, aunque el fin del sol está muy lejano, las condiciones para la vida en la Tierra podrían deteriorarse mucho antes. La supervivencia a largo plazo no dependerá solo del avance tecnológico, sino también de la gestión responsable de los recursos naturales de los que disponemos los seres humanos.
