Una mujer indígena, practicante de la religión evangélica, hizo dos días de ayuno para “sacarle un espíritu maligno” a su hijo. Sin embargo, terminaría acabando con la vida del ciudadano de 36 años, oriundo de la comunidad de Tocagón, en Otavalo.
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Según informaron medios locales, familiares de la víctima señalaron que la madre de 69 años de edad habría asesinado a su hijo con un hacha, machete, correa y propinándole un sinfín de golpes.
Señalaron hombre fue bañado antes de perder la vida, por lo que se pudieron ver los signos de violencia que su cuerpo recibió. La Policía Nacional tuvo conocimiento del caso; sin embargo, en un principio estuvo en manos de las autoridades de la comunidad.
Según el diario El Norte, Paolina Vercoutere, viceprefecta de Imbabura, declaró que recibió una llamada de un dirigente del Consejo de Gobierno del cabildo de Gualsaquí y de la subdirectora de género del proyecto Warmi Imbabura, pidiendo asesoría sobre una presunta muerte de un comunero en Tocagón.
“Se presume que falleció por un supuesto castigo que se habría dado en el seno de la familia, sabemos que este es un delito contra la vida y tiene que intervenir el Estado y la Policía, no aplica la justicia indígena por el tema de las sentencias constitucionales que existen. Nosotros dijimos que podemos realizar el acercamiento con Dinased, prestar nuestro apoyo psicológico para la familia, las víctimas de este grave suceso, la asesoría y respaldo a la presidenta”, señaló la autoridad.
Según la viceprefecta, la madre daba mensajes religiosos, por lo que muestra preocupación por lo que sucede en las comunidades.
“La madre decía en redes sociales y hablaba como en nombre de Cristo, la presidenta del cabildo dice que sería parte de una iglesia evangélica, no se sabe dónde, y le van a enterrar al fallecido. Pero dónde está el Estado, hay una muerte y se está mal confundiendo la justicia indígena; es importante una asesoría jurídica y una intervención”, concluyó la autoridad.
Según El Hemisferio, la mujer durante todo el supuesto ritual que terminó con la vida de su hijo, señaló que “ella era Dios” y que iba a lograr que “resucite en tres días”, para que todos se volvieran creyentes.