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“Mi hijo se salvó, pero no todos corren la misma suerte”: Padre contó cómo robaron a su hijo en una discoteca de Quito

Sucedió en una discoteca en el sector de La Pradera, norte de la capital.

Padre contó cómo robaron a su hijo dentro de una discoteca en Quito
Padre contó cómo robaron a su hijo dentro de una discoteca en Quito REFERENCIAL DE DISCOTECA (Pexels)

Un joven estaba en la caja de una discoteca de Quito pagando la cuenta y luego desapareció hasta el otro día que llegó a su casa caminando sin recordar nada de lo que sucedió. El chico de 19 años había ido a una fiesta con sus amigos de la Universidad y luego perdió el conocimiento.

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Su padre quiso contar lo sucedido para alertar a los jóvenes de que tengan cuidado dentro y fuera de los bares ya que los casos de robos con escopolamina están aumentando. Esto, tras la desaparición de Hernán Mendoza en el sector de La Pradera el pasado 26 de enero.

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Testimonio:

Mi hijo de 19 años salió con sus amigos de la universidad a una discoteca del sector de La Pradera, hace pocas semanas. Nosotros con su mamá estábamos tranquilos porque seguíamos en contacto y porque nos dijo que una amiga le iba a pasar dejando luego de la fiesta. Sin embargo, eran la 01:00 de la madrugada y no llegaba. Ante eso, mi esposa, decide llamarlo y cuando contestó, él no podía hablar y se activó la cámara, pese a que intentaba comunicarse, no pudo.

Luego, cuando logramos averiguar en qué discoteca estaba nos dirigimos inmediatamente y comenzamos a conversar con las personas de seguridad del lugar. Como me había mandando una foto dentro del bar a las 11 de la noche, esa imagen fue la que indiqué a todos para comenzar la búsqueda. Me dijeron, al principio que no se acordaban y que no lo habían visto y que no sabían nada. Sin embargo, una cajera, sí recordó y mencionó que vio a mi hijo en la caja intentando pagar la cuenta y que luego había comenzado a vomitar en una esquina.

Uno de los amigos, me dijo que sí habían ingerido alcohol pero todos de la misma botella y que fue solo un ‘shot’. Además, lo que más me llamó la atención fue que mi hijo había dicho a las 12 de la noche que ya se tenía que ir porque su papá estaba afuera esperándole y por eso salió del lugar. Yo nunca quedé en ir a verle porque a él lo iba a dejar una amiga.

Cuando salí de la discoteca vi a unos extranjeros que estaban recogiendo botellas y les pregunté si habían visto a mi hijo y me dijeron que sí lo vieron vomitando y que se había quedado dormido en unas graditas. Hasta eso, yo ya llamé al ECU 911 y cuando llegó la Policía exigí que nos indiquen las cámaras del establecimiento, aunque el administrador en primer lugar se negó.

En la cámaras, efectivamente, se veía a mi hijo en la caja esperando pagar, pero luego uno de los guardias lo topa del pecho y lo lleva para una esquina donde no llega el ángulo del lente y la cámara ya no logra captarlo; pero presumí que en ese momento salió de la discoteca.

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En ese momento comenzó la angustia, porque el celular de mi hijo estaba prendido y la ubicación indicaba que seguía dentro del establecimiento. Pese a que les dije eso, ellos indicaron que no sabían nada. En ese momento, yo supe que tenía que encontrarlo y sabía que lo iba a encontrar algo de mi me lo decía y por eso no me di por vencido. Afortunadamente, la Policía y un extranjero decidieron ayudarnos y a pie comencé a buscarlo por toda la República, hasta el parque La Carolina, la Mariana de Jesús, me metí en todos los edificios. Mientras buscábamos a mi hijo, el reciclador extranjero me dijo que siempre pasan situaciones similares de jóvenes que se pierden o que son asaltados en la zona.

Por su parte, mi esposa se fue con los agentes policiales a las casas de salud también a buscarlo. Luego de una hora y un poco más de buscar a mi hijo sin éxito, regresé a la discoteca y el guardia del lugar se me acercó y me dijo que el administrador quería hablar conmigo. Ya eran como las 4 de la mañana para ese entonces. Me dijo que habían encontrado el celular y la billetera de mi hijo con todos sus documentos alegando que un cliente había encontrado las pertenencias de mi hijo botadas en el baño. Yo les dije que eso era mentira, porque él me llamó desde la caja de la discoteca y en el video se lo veía intentando pagar la cuenta y luego él salió. Esa mentira a mi me hace presumir que hubo complicidad del establecimiento para robarle a mi hijo pero luego asumo que decidieron devolver sus cosas porque llegó la Policía. Además, me hace presumir que pueden hasta ‘escoger’ a sus víctimas para robarles, dependiendo el valor de la pertenencia que tengan y porque le vieron solo.

Gracias a Dios, al amanecer, mi hijo llegó caminando a la casa, nosotros vivimos en la Real Audiencia y avenida del Maestro, norte de la ciudad. Nos dijo que no se acuerda lo que salió de la discoteca, solo dijo que hubo un rato como que se despertó y estaba en la República del Salvador donde antes vivía su hermana esperando que alguien lo vaya a ver. Pero, por el frío tomó un taxi amarillo y como no tenía dinero, este lo dejó en la entrada del Comité del Pueblo y desde ahí caminó hasta llegar a la casa. Estaba totalmente sucio, vomitado y orinado, también lucía desorientado. Lo llevamos al doctor inmediatamente y nos dijeron que pudo haber sido una droga colocada en muy bajas cantidades. Lo que sí quiero hacer es un extenso agradecimiento a los recicladores que me ayudaron a buscar a mi hijo por toda la parroquia, y a los policías en especial al Cabo Oscar Nájera Loor que estuvo con mi esposa toda la noche haciendo un barrido por el lugar y hospitales.

Quise contar este testimonio sobre todo para alertar a los jóvenes de que se cuiden dentro de los bares y discotecas ya que están colocando escopolamina en las bebidas para robarles todas sus pertenencias y luego botarles en algunas zonas boscosas de Quito. Sobre todo por lo que está pasando con el joven Hernán Mendoza que no corrió con la misma suerte de mi hijo y sigue perdido. Es necesario y urgente que pongan más protección policial en esa zona”.

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