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El relato de testigo que vivió, a pocos metros, el asesinato de Fernando Villavicencio

"Se me hizo eterno. Los gritos de la gente; tengo todo en la cabeza", comentó.

Terrorífico fue el momento que vivieron los ciudadanos que transitaban la tarde-noche de este miércoles de 09 de agosto en los exteriores del Colegio Anderson (calle Gaspar de Villarroel). Un atentado con armas de fuego acabó con la vida de Fernando Villavicencio y dejó múltiples heridos en el lugar.

Los conductores que circulaban por el lugar quedaron en shock al escuchar las detonaciones de armas de fuego, unos optaron por acelerar y salir del lugar mientras que otros solo se cubrieron sus cabezas.

Uno de los testigos, comentó a Metro Ecuador, que en su mente solo cruzaba la idea que una de las múltiples detonaciones no ingrese al vehículo donde estaba en compañía de sus padres.

La ciudadana que vivió esta tétrica escena, contó que vio de cerca el momento del asesinato. Uno de los responsables estaba caminando por plena vía cuando disparó contra el vehículo del candidato a la presidencia Fernando Villavicencio.

“Paso por esa calle todos días. Mis papás me fueron a ver, pasamos por ahí porque había mucha gente, en su mayoría adulto mayor. Había full viejitos con banderitas.

Le vimos salir a Fernando Villavicencio justo cuando pasamos por ahí”; por la novelería redujeron la velocidad para visualizar al candidato. “Le vimos que salió, vimos que se metió al carro, vimos que este tipo (sicario) vino caminando en medio de la calle como si no le importara nada.

Un tipo cualquiera, con gorra, camiseta blanca, jean. Se acercó al vidrio, le disparó, yo vi cuatro disparos. Al cuarto reaccioné y me agaché. Estaba en la parte de atrás del carro, me acosté y me tapé la cabeza. Mis padres hicieron para atrás y se taparon ahí.

Pensé que solo era un tipo, han sido cuatro. Uno solo se acercó a dispararle. Cuando los guardaespaldas le respondieron los balazos, salieron los otros tipos que estaban escondidos entre los carros.

Una situación horrible, si fueron 60 balas fue poco. Se me hizo eterno. Los gritos de la gente, tengo todo en la cabeza. No puedo creer lo que pasó.

Cuando ya escuchamos que pararon las balas, nos asomamos con miedo. Solo le dije a mi papá: ‘arranca y vamos donde sea’. Estábamos ahí cuando empezó la balacera, había full tráfico. No había dónde moverse. El rato que nos levantamos, no había nadie, solo un carro rojo”.

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