Desde la noche de este martes 03 de enero el expolicía y principal responsable del asesinato de la abogada María Belén Bernal está detenido en la cárcel de máxima seguridad La Roca. El lugar guarda, en cada una de sus paredes, crímenes atroces y la historia de los peores criminales del país.
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La historia de este centro carcelario data del 2006, cuando la Corporación de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía de Guayaquil y de la Cámara de Comercio de la ciudad invirtieron en su construcción que finalizó en 2008.
En un principio fue conocida como Centro de Rehabilitación Social de Varones Nº2 de Guayaquil, pero con el tiempo llegó a denominarse como La Roca en alusión a la conocida cárcel de Alcatraz.
En un principio este punto fue criticado por ese aislamiento que no pudo contener la violencia que se mantenía dentro de la misma. Incluso el narcotraficante Óscar Caranqui la tildó como el Cementerios de Hombres Vivos.
Según los datos públicos, La Roca estaba conformada por celdas de 2 metros de ancho; conformadas por trece barrotes del piso al techo, un lavamanos y un inodoro de plástico.
¿Qué dijo Caranqui?
En su libro, que nunca circuló, porque fue decomisado el 30 de enero de 2013 aseguraba una recopilación de hechos y confidencias de un centenar de reos supuestamente afectados psicológicamente por las condiciones.
Los fragmentos son tomados de su testimonio en la Roca (información publicada por el portal Plan V).
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Permanecíamos encerrados las 24 horas al día, los siete días a la semana. Para colmo, la prisión todavía no estaba apta para ser habitada, pues ni siquiera contaba con agua en los baños y el servicio eléctrico no funcionaba completamente. Era una horrible pesadilla que ya dura más de dos años.
En el día aguantábamos hambre extrema y por las noches nos torturaban rociándonos gas lacrimógeno y golpeándonos. En protesta hicimos una huelga de hambre, pero esta fracasó porque la administración del penal utilizó una táctica poco ortodoxa para debilitar la voluntad de los internos. Todo el tiempo nos echaban tranquilizantes y somníferos en los alimentos para dizque tenernos controlados, lo que en realidad convirtió aquel infierno en UN CEMENTERIO DE HOMBRES VIVOS, zombis sin voluntad alguna.
Luego de recluir a los más de ochenta internos en dicho centro carcelario, cada quien se unió a grupo buscando en particular a las mafias de “los Cubanos”, “los Rusos” y “los Monstruosos”, así como aquellos que no pertenecíamos a clan alguno. Lógicamente, esto generó toda clase de eventos deplorables dentro del penal, que iban desde intentos de canibalismo hasta atentados criminales con granadas de mano, sin mencionar las relaciones sentimentales prohibidas entre altos funcionarios de la cárcel y los reclusos. También narro cómo hicimos de la matanza de mosquitos, un deporte carcelario que sirvió de distracción en las agobiantes noches de tedio en La Roca.