Un romántico ritual de la naturaleza ocurre cada año en aguas ecuatorianas con la llegada de las ballenas jorobadas, pues entre los meses de junio a septiembre, estos cetáceos nadan 25.000 km, desde la Península Antártica hacia las cálidas aguas del Pacífico ecuatoriano, para aparearse y poder parir a sus crías.
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La privilegiada posición geográfica del país favorece a la observación de ballenas jorobadas y lo convierte en uno de los destinos turísticos favoritos del mundo para presenciar este espectáculo único de supervivencia y conservación.
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“Es la temporada alta para la migración de ballenas, aves y manta rayas gigantes, las cuales pueden ser apreciadas desde paseos en bote y miradores”, comparte Douglas Dillon, de la Galería Hostería Farallon Dillon, este mirador destaca en Ballenita, Santa Elena, por su ubicación para el avistamiento de las ballenas, está a dos horas de Guayaquil.
Las aguas de Salinas y Ayangue, en Santa Elena, Atacames en Esmeraldas, Reserva Marina Santa Clara, en El Oro y Puerto López, Puerto Cayo e Isla de la Plata, en Manabí, son los principales lugares para el avistamiento de estos gigantes marinos en su estado silvestre.
Y no solo las ballenas llegan en busca las aguas cálidas del Ecuador, sino que muchas “aves migratorias vuelan miles de kilómetros desde Alaska a nuestro país buscando los humedales”, cuenta Dillon.
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El mirador de Farallon Dillon abre todos los días, de 08:00 a 20:00. El costo de entrada es de $2 por persona y cuenta con binoculares para hacer la experiencia más plena.