Christian Llerena es uno de los 700 ecuatorianos que residían en Ucrania. Su familia y amigos lo llaman ‘Chicho’, tiene 23 años y viajó a Kiev hace dos años, estudia Marketing Digital y también se ganó un espacio bailando bachata; tenía su academia, su trabajo, sus amigos, su vida y hace 48 horas todo cambió radicalmente, tuvo que salir con una mochila dejando lo que tenía.
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Cuando los ataques empezaron él estaba dormido. Sus padres desde Ecuador al enterarse lo llamaron para advertirle y asegurarse que estaba bien. En las primeras horas, que fueron claves, tomaron la decisión que debía salir, a pesar de que las autoridades en Kiev les decían que pueden permanecer en la ciudad, pero era el momento de irse antes de que la situación se complique (aún más).
A 11.346 kilómetros de distancia de su hijo, su papá lo calmaba aunque él también era un manojo de nervios, impotencia e incertidumbre.
Los jóvenes pusieron colchones en las ventanas, llevaron sus cosas al centro del departamento como una medida de protección ante una posible explosión y que los vidrios no los lastimen.
‘Chicho’ y sus amigos, en una mochila, solo empacaron lo indispensable como su celular, laptop, dinero, agua y medias. Se quedaron atrás la ropa u otros objetos que con esfuerzo han conseguido en su estadía en el país.
Aunque sabían que tendrían que esperar por horas para salir de Kiev, lo hicieron y fueron dejando atrás la ciudad que los acogió por años y ahora se convierte en una zona de guerra.
Por el momento avanzan a la frontera con Polonia donde las autoridades han manifestado que van a recibir a ecuatorianos sin visa Schengen.
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En un video Chicho muestra que está a 10 kilómetros de la frontera donde se ve una gran carga vehicular y lleva más de tres horas esperando. Le han dicho que preparen comida y bebidas. Además, le han confirmado que otros ecuatorianos ya han pasado la frontera, por lo cual siente un alivio.
“Nosotros somos estudiantes de Kiev y nos trasladamos hasta Lviv. El camino ha sido muy difícil, muchos militares, tanques y camiones con soldados, escenas de verdad muy tristes. Había una señora llorando a nuestro lado porque adelante estaba un carro con soldados despidiéndose. Se siente un ambiente de mucha tensión”.
— Christian Llerena
El joven, con un aspecto cansado ya que solo ha dormido 3 horas, cuenta que sus amigos latinoamericanos que se quedaron en Kiev no tienen como salir, pero están haciendo lo posible para que lleguen a Polonia.
“Ayer llegamos a Lviv, tuvimos que pasar como cuatro puntos de control. La gente y los militares fueron amables. La gente se tranquiliza cuando les decimos que somos de Ecuador”.
Al llegar Lviv consiguieron quedarse en el departamento de un amigo. “En el camino vimos en el cielo dos aviones negros grandes lanzando petardos y nos refugiamos porque en la noche era la Ley Marcial, pero debíamos ir a algún lugar y logramos llegar al departamento. Dormimos dos o tres horas por el miedo que pase algo. Nos despertamos y supimos que había una gran congestión, lo mejor era venir lo antes posible porque debíamos esperar. Llegamos a las 6 de la mañana”.
También cuenta que en la mitad del camino entre la frontera y Lviv, los revisaron unos policías que se portaron mal e hicieron chistes pesados en un momento tan grave como este. “Nos hicieron sacar todo lo de las mochilas. Nos dijeron “pónganse todos ahí como si les fuéramos a disparar”, luego se reían y dijeron que era una broma”.
Además, los tuvieron una hora y media esperando afuera, sin dejarles entrar en el auto, con los celulares, computadoras y pasaportes encima del carro.
Ya que el tránsito no avanzaba caminaron un poco más hacía la frontera. “El atardecer está cayendo y eso le da más miedo a la gente porque en la noche suceden los ataques”.
En las imágenes se ve como en Ucrania empieza a oscurecer y en Polonia aparece esa luz del atardecer, esa luz de la esperanza para las personas que están cerca de llegar y tener un respiro ante las consecuencias de esta guerra.
