La tragedia del Cosa Concordia dejó una estela fatídica el 13 de enero del 2012. El crucero chocó frente a la isla de Giglio, en Toscana, y el tremendo impacto abrió un forado de 70 metros en el lado izquierdo de la nave, produciendo 32 muertes y 157 heridos entre los 3.215 turistas y 1.013 tripulantes del barco de lujo, en el peor desastre histórico de la marina italiana.
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El proagonista clave de la desgracia fue el capitán Francesco Schettino, quien quedó marcado para siempre como el cobarde que abandonó el buque en plena tarea de rescate. La investigación atribuyó el naufragio a un “error humano” de Schettino, ahora acusado de homicidio culposo, deastre y abandono del buque y condenado a 16 años de prisión.
El mismo Francesco Schettino es hoy un preso modelo de la cárcel romana de Rebibbia, donde estudia Derecho y Periodismo, hace deporte y lee novelas en inglés, aunque su mejor tiempo lo disfruta con las visitas de su hija Rossella. Con 61 años, en definitiva, sigue siendo uno de los personajes más odiados de su país. Los medios aún recuerdan la frase del oficial de la capitanía de Livorno, Gregorio de Falco, cuando le ordenaba regresar a su puesto de mando. “¡Vuelva a bordo, carajo!”, le gritó entonces, según las grabaciones.
El capitán cometió “un acto irracional”
Hace pocos días, el diario “La Stampa” reactivó el repudio popular hacia el comandante en desgracia, quien en una entrevista descargó su conciencia. “La gente no lo creerá, pero yo también tengo mis pesadillas. No he olvidado a las 32 víctimas del Concordia, pero tampoco he olvidado haber sido tratado como un chivo expiatorio”, confesó.
Con la perspectiva del tiempo, el exoficial de Livorno cree que “fue un acto irracional” lo que llevó al comandante a escapar de su nave cuando zozobraba. Y Schettino espera el próximo 17 de mayo para optar a medidas alternativas que le liberen de la cárcel. El Costa Concordia se terminó de desguazar en el 2017 en Génova, tras desencallarlo y desmantelarlo en una operación de ingeniería que costó más de 1.000 millones de euros. En rigor, su costo fue demasiado alto en víctimas y ese precio nunca terminará de pagarlo el infame capitán condenado por el juicio público...