Lucrecia, de 51 años, una migrante ecuatoriana que vive en Italia desde hace 15 años ha perdido las esperanzas de encontrar a su hijo William con vida, pues él estaba en la Cárcel de Varones No. 1 de Guayaquil conocida como la Penitencría del Litoral el día martes 28 de septiembre, día en que se registró la matanza entre reos.
Cuenta Lucrecia que ese mismo día chateó con su hijo en horas de la mañana y le contó que estaba por aterrizar en Guayaquil, pero ya para la tarde él nunca le contestó. Ni tampoco lo hacho días posteriores a la masacre.
El jueves 30 de septiembre, Lucrecia junto al padre del joven acudieron hasta el al Laboratorio de Criminalística, cerca de la Policía Judicial de Guayaquil, para revisar el material fotográfico que han recopilado los policías y tratar de reconocer los restos de su hijo; sin embargo, no lo encontraron.
Con quienes sí se encontró Lucrecia fue con los familiares de los compañeros de celda de su hijo, quienes le comentaron que tanto William como su familiar fueron incinerados cuando se produjo la matanza en la Penitenciaría. Lucrecia no contiene el llanto cuando habla de su hijo mayor, solo recuerda que salió del país en busca de un mejor futuro para sus tres hijos sin imaginarse que el destino le depararía los momentos que hoy vive.
Según relatan los familiares de Willian, él estaba cumpliendo una pena de 5 años, y estaba en el pabellón 5 que es considerado el más tranquilo, pues ahí está el grupo de los cristianos.
Este viernes 1 de octubre las autoridades continúan el proceso de identificación de los 118 reos que fueron asesinados el martes en una reyerta entre bandas en una prisión de Guayaquil, mientras las familias demandan información sobre el destino de sus seres queridos en las afueras de la morgue de la urbe porteña.
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