The Sun recoge la historia de Oli Penno, un joven de 19 años originario de Launceston, Cornwall, Inglaterra, comenzó a experimentar hinchazón y dolor en su testículo en octubre de 2023. Preocupado por los síntomas, acudió a su médico de cabecera, quien inicialmente le diagnosticó una infección y le recetó antibióticos. Sin embargo, a pesar del tratamiento, el dolor continuó y regresó en dos ocasiones más, lo que llevó a los médicos a sugerir pruebas para detectar infecciones de transmisión sexual (ITS) o infecciones del tracto urinario (ITU).
PUBLICIDAD
El dolor persistente llevó al joven a buscar atención médica en varias ocasiones
Durante meses, el dolor se mantuvo constante, y en enero de 2024, el joven no pudo soportarlo más. Decidió llamar al servicio de emergencias NHS 111, lo que resultó en una visita urgente a A&E en Bath.
Allí, los médicos realizaron un examen físico, una ecografía, análisis de sangre y una tomografía computarizada. Los resultados revelaron un diagnóstico devastador: Oli tenía cáncer testicular, y la enfermedad ya se había propagado al abdomen y a los pulmones.
“Estaba muy preocupado porque sabía que tenía síntomas desde hacía mucho tiempo. Entonces pensé: ¿qué tan mal pudo haber sido todo durante esos tres, casi cuatro meses de espera?”, expresó Oli al medio citado.
Diagnóstico tardío: el cáncer se había propagado antes de la detección
El diagnóstico fue un golpe emocional para Oli, quien en ese momento cursaba su primer año en la Universidad de Bath Spa, estudiando Sociología y Política. Los médicos le informaron que necesitaba someterse de inmediato a una orquidectomía, una cirugía para extirpar su testículo derecho. Posteriormente, tendría que recibir tratamiento de quimioterapia para combatir la propagación del cáncer.
A pesar de la rapidez del tratamiento, Oli reflexionó sobre cómo la espera había afectado su salud. “Pensé que podría estar enfrentando las últimas semanas de mi vida”, comentó el joven. La noticia del diagnóstico trajo consigo numerosas preocupaciones personales, como la posibilidad de regresar a la universidad o cómo cambiaría su vida luego del tratamiento.
Superando complicaciones y luchando por la recuperación
La cirugía para la extirpación del testículo derecho se realizó el 16 de enero de 2024 y fue exitosa. Sin embargo, Oli enfrentó nuevos temores debido a los posibles efectos secundarios del tratamiento, como la infertilidad y la reducción de la producción de testosterona. “Estos efectos secundarios pueden tener un gran impacto en tu vida, especialmente porque soy un hombre joven que todavía está creciendo y desarrollándose”, explicó.
PUBLICIDAD
Tras la cirugía, Oli comenzó su primer ciclo de quimioterapia en Bristol. Durante el tratamiento, tuvo que enfrentar conversaciones difíciles con sus amigos y familiares, temiendo que el cáncer pudiera ser fatal. “Lo hablé abiertamente con mis amigos más cercanos de casa y les dije: ‘Creo que existe la posibilidad de que este sea mi último intento’”, recordó.
A pesar de las complicaciones, como la sepsis que lo llevó a perder 10 kg en una semana, Oli siguió adelante con su tratamiento y recuperación. En diciembre, se sometió a una segunda cirugía para extirpar ganglios linfáticos potencialmente cancerosos, lo que le dejó varias cicatrices en su abdomen.
“Ahora me recuerdan mi crecimiento”, dijo Oli sobre las cicatrices que marcan su camino hacia la recuperación. Aunque todavía se encuentra en proceso de sanar, mantiene la esperanza de poder superar la enfermedad y retomar su vida.
