El fin de año en Ecuador se celebra con una gran variedad de tradiciones que unen a las familias, cada rincón del país vive esta época con una energía única, destacándose por sus rituales y costumbres que se han mantenido en el tiempo.
Una de las principales costumbres es la quema de los monigotes, figuras hechas de papel, cartón y, en ocasiones, trapos viejos, que representan al “Año Viejo” o a personajes populares del año que termina. Esta tradición, que tiene sus raíces en las costumbres indígenas y mestizas, simboliza la despedida de lo negativo y lo viejo, abriendo espacio para lo nuevo, lo renovado. A las doce de la noche del 31 de diciembre, millones de ecuatorianos encienden sus monigotes, provocando una gran explosión de luz y color en las calles, mientras dan la bienvenida al nuevo ciclo con la esperanza de dejar atrás las malas experiencias y recibir el año con energía positiva.
Pero la quema de los monigotes no es la única forma de celebrar. Los fuegos artificiales juegan un papel fundamental en la festividad, iluminando el cielo y llenando de música el ambiente. Desde la tarde del 31 de diciembre, los cielos se llenan de luces y sonidos con el lanzamiento de cohetes, bengalas y otros fuegos pirotécnicos, que son parte esencial de la celebración, Eduardo Azar, CEO de Pirotecnics Az Fireworks señala que “Los fuegos artificiales representan una tradición que se ha convertido en un símbolo de la alegría y renovación de esperanza para el futuro, pero es importante que se manipule por adultos, con este objetivo nació la primera feria regulada por el Conjunto de las Fuerzas Armadas, que ya cumple 12 años, donde los ciudadanos pueden adquirir productos certificados y disfrutar de un ambiente más seguro y controlado” destaca.
En ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja, el uso de fuegos artificiales es prácticamente un rito que marca la llegada de la medianoche, a esto se suma rituales como el “deseo de los 12 uvas”, donde, al sonar las campanadas de la medianoche, las personas comen una uva por cada campanada, pidiendo un deseo por cada una o la famosa prenda amarilla (prosperidad) o roja (amor)
Las tradiciones ecuatorianas de fin de año no solo resaltan por sus costumbres ancestrales, sino también por el esfuerzo constante de adaptarse a los tiempos modernos sin perder su esencia. Los ciudadanos se han comprometido a preservar las costumbres del monigote y los fuegos artificiales, pero también a cuidar la seguridad y el bienestar colectivo. A lo largo y ancho de Ecuador, la celebración de Año Nuevo se mantiene como un vibrante reflejo de la identidad y la cultura del país, uniendo a todos en una fiesta que mira al futuro con optimismo y esperanza.