En este octavo día de la Novena de Navidad, junto a los magos llegamos hasta Belén para contemplar el rostro misericordioso de Dios que se ha manifestado en su Hijo Jesucristo. Somos una Iglesia en salida y estamos llamados a buscar la manera de llegar a los más necesitados, incluso saliendo de nosotros mismos, de nuestras comodidades y seguridades personales.
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Busquemos insistentemente el camino para encontrar a Jesús, siguiendo la estrella que nos conduce a su presencia. Iniciemos diciendo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Palabra de Dios
Mt 2, 1-10
Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”. Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el mesías. Ellos le contestaron: En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”. Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que había visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría”.
Palabra del Señor.
Reflexión
Los magos de Oriente, como señala el Evangelio de Mateo, afirman con total convicción que Jesús es “el rey de los judíos” y también saben “que acabó de nacer”. Dicen que vieron surgir “su” estrella, y con esto desde ya, lo reconocen como fuente y origen de la creación. A la vez tienen la certeza de que quieren adorarlo. Seguramente sus conocimientos en astronomía les permitieron ver que algo inusual acontecía en el universo y querían ser testigos de esto. Ellos salieron de sus seguridades personales y emprendieron el camino para llegar a Belén.
La presencia de los magos, puede referir también la autoridad de quienes gobiernan las naciones y en el hoy de la historia pueden ser las voces que nos animan a obrar en la comunidad política, “con integridad y prudencia contra la injusticia y opresión, contra la intolerancia y el absolutismo.
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El Magisterio de la Iglesia no cesa en insistirnos, que debemos tomar conciencia de “las verdaderas y profundas necesidades de la humanidad” y advertir que “la miseria como hecho colectivo, es una injusticia que clama al cielo y suscita la cólera de los pobres con imprevisibles consecuencias”.
En la oración litúrgica diaria y de manera especial en este tiempo de navidad, como los magos de Oriente, renovamos la inmensa alegría” por “la entrañable misericordia de nuestro Dios” que se hizo hombre para “guiar nuestros pasos por el camino de la paz”.
Peticiones
Que junto a los magos de oriente podamos contemplar la estrella y llenarnos de alegría al ver a Jesús. Con un corazón abierto a la presencia de Jesús, presentemos nuestras súplicas diciendo: Señor, guíanos con la luz de tu presencia.
- Por nuestros gobernantes, para que puedan asumir sumisión, pensando siempre en el bienestar de todos y buscando caminos de diálogo y comprensión. OREMOS.
- Por los líderes sociales y políticos de nuestro entorno inmediato para que todas sus decisiones sean en beneficio de los que más necesitan y contribuyan así a vivir en justicia y equidad. OREMOS.
- Señor te pedimos por tantas personas que no viven su fe y se han alejado de nuestra Iglesia para que siguiendo la estrella puedan llegar hasta ti que eres la luz verdadera. OREMOS.
- Por todas las personas que ejercen la misión de autoridad en nuestros entornos más cercanos (podemos mencionar algunos nombres) para que puedan ser luz que alumbra el camino de quienes han sido confiados a su dirección y cuidado. OREMOS. (Se pueden añadir algunas peticiones)
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Bendición
Que juntos contemplemos la estrella de Belén y nos alegremos con la manifestación de Jesús a todos los pueblos de la tierra; finalicemos este octavo día de la Novena de Navidad diciendo: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
