Con la alegría de encontrarnos en este cuarto día de la Novena de Navidad; hoy nos detenemos a contemplar la escena de la visita de María a su prima Isabel. Ellas al encontrarse, nos manifiestan un diálogo entre dos generaciones. Isabel experimenta el milagro de la vida que se gesta en ella a pesar de su esterilidad y de su avanzada edad. María ante el sorpresivo acontecer de Dios en su vida, experimenta en su juventud la alegría de ser la Madre del Salvador.
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Que nosotros también hoy junto a Isabel, podamos decir: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
Iniciamos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Palabra de Dios
Lc 1, 39-45
En aquellos días, María se levantó y partió sin demora a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio relata que María fue de prisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá”, va en busca del signo que Dios le da en Isabel, porque “nada es imposible para Dios”.
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Isabel al acoger a María habla de la dinámica de Dios que teje en la historia su proyecto salvífico; nos recuerda que, los jóvenes necesitan la experiencia existencial, sapiencial y espiritual de los mayores y éstos, el apoyo, afecto, creatividad y dinamismo de los jóvenes. El Papa Francisco nos dice «Si los jóvenes están llamados a abrir nuevas puertas, los ancianos tienen las llaves... no hay crecimiento sin raíces, no hay floración sin brotes nuevos. Nunca, profecía sin memoria, nunca memoria sin profecía».
Abrirnos y acoger el diálogo intergeneracional supone escucha y esfuerzo, voluntad decidida de ir, como María, hacia la montaña, aceptar la fatiga y lo inesperado del camino para acoger al otro, aceptándolo en su diversidad; es responder a la necesidad de relación, armonía, comunión; es la única vía a transitar para construir fraternidad y paz universal.
El diálogo entre generaciones nos permite complementarnos y ser partícipes de una sociedad fraterna, así como nos enseña el encuentro entre María e Isabel.
Peticiones
Con la alegría del encuentro entre María e Isabel, bendigamos al Señor por su infinita bondad y su misericordia manifestada en el diálogo entre generaciones y digamos: Señor, que podamos compartir con los demás la alegría de la Salvación.
- Te pedimos Señor, por todas las personas que viven solas y que pasan por dificultades para que, tu gracia los acompañe, los conforte y les permita sentirse apoyados y acompañados. OREMOS.
- Padre bueno te encomendamos a todas las madres que pasan dificultades para que, con la gracia de tu Santo Espíritu puedan guiar a su hijos a la luz de la fe. OREMOS.
- Te encomendamos a todos los abuelos y abuelas para que, sean un referente en su entorno social y familiar, y su sabiduría y experiencia sea valorada por todas las generaciones. OREMOS.
- Por todos nosotros para que, el encuentro de María y de Isabel nos permita valorar a nuestras familias y podamos generar ambientes más fraternos y acogedores . OREMOS.
(Se pueden añadir algunas peticiones)
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Bendición
Que, así como el Señor inspiró a María para que visite a su prima Isabel, nosotros estemos siempre atentos a las necesidades de los demás. Terminemos este cuarto día diciendo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.