Estilo de Vida

Después de un temblor se vienen los sismos interiores que tocan el inconsciente y afectan las funciones cognitivas

Como es fuera, es dentro

Cuando por fin me quedaba dormida profundamente, un sacudón me alteró a tal punto que comencé a gritar desesperadamente por mi hija. Al ver hacia la ventana me sentía como si estuviese dentro de una esfera de cristal de Navidad, cuando la agitas. Fueron los siete segundos más desesperantes en un buen tiempo. Evidentemente un sismo. Fue de 4.2, a la medianoche de este lunes. Después del susto, los movimientos telúricos se quedaron en mi cabeza. Las emociones se hicieron un revoltijo y hasta llegaron los pensamientos irracionales.

Al conversar con el psicólogo clínico David Sucre Villalobos comencé a entender qué fue lo que me sucedió esa madrugada. Que muy probablemente te haya pasado a tí también. Eso tiene una explicación: “Como es afuera, es adentro”, y hasta aplica “como es arriba, es abajo”, indica el experto al señalarlo como “el isomorfismo que existe entre el mundo exterior y el mundo interior”.

Claramente: El sismo generado por un movimiento exterior, posteriormente provocó uno interior. Esos temblores en nuestra mente alteran las funciones cognitivas, la atención, y la concentración, que derivan sintomatología de ansiedad, temor, miedo, zozobra e incertidumbre, agrega Sucre. Cualquiera diría, “¡Pasa la página!”, “Tienes que calmarte”, “Despeja tu mente para que puedas actuar rápido”. Sin pensar que a quien se lo transmite tiene en su cabeza a todos los personajes de ‘Intensamente’ metidos en una caja, pero como ‘sardina en lata’.

Esos sismos en el cerebro que quedan después de un temblor, tocan sin guantes los aspectos afectivos, “que no necesariamente hemos tenido conscientes, sino que han estado allí en el inconsciente”, agrega Sucre. Y en esa línea aprovecha para recomendar un libro que se ajusta perfectamente a este contexto. ‘Los Terremotos del Alma’, de la también psicóloga clínica Mariana Bermúdez. Sucre coincide con el planteamiento de su colega ecuatoriana.

La conclusión es que este tipo de eventos como los sismos, terremotos, o fenómenos naturales “mueven lo reprimido en nuestra mente, lo sombrío y lo oscuro de nuestro ser”, explica Sucre no sin dejar a un lado cómo ocurre la respuesta emocional ante dichas situaciones. Ó las que requieren -por así decirlo- un mecanismo para protegernos o de actuación.

Se trata del Sistema Nervioso Vegetativo Simpático. En el sitio oficial del Centro Elle se explica que es un “modo de funcionar explosivo que hace que todo tu cuerpo se active, se agudicen tus sentidos, los reflejos, se activan los músculos, el corazón…. todo preparado para salir de una alerta máxima”.

Se advierte que el problema es que no se puede estar en alerta 24 horas, ya que se desgasta nuestro organismo. A ese le llama simpaticotonía, lo que es igual a que se tiene “muy activo el sistema de alerta”. Ciertamente, a corto plazo provoca hipersensibilidad a la adrenalina. Ocasiona todo tipo de problemas de salud derivados de esta hiperactividad del cuerpo. “Incluso puede llegar a ‘paralizarte’ en altísimas dosis, como esa sensación de miedo infinito que te bloquea”.

¿Cómo podemos ayudar a nuestra mente?

Podría parecer repetitivo, trillado o como si ya lo hubieses visto en publicaciones en redes: ve a terapia. Así como ordenamos nuestra casa, nuestro cuarto, lavamos los trastes, en la mente también hay que colocar orden. Al menos buscar herramientas que nos ayuden a que si ocurre un terremoto en el exterior, después no tengamos que recoger los escombros del interior.

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