Llegó el mes de septiembre y ya muchos comienzan a despedir el calorcito del verano y comienzan de a poco asimilar la llegada del otoño y con él el inevitable frío. La estación previa al invierno se destaca por tener muchos episodios de lluvias y días grises a raíz del marcado cambio de temperatura.
Distintos son los libros y canciones que citan a la lluvia como una oportunidad perfecta para rememorar días cargados de melancolías y tristezas, pero un estudio plantea cambiar la perspectiva para que un día gris sea la chance de contemplar otro ambiente alrededor: lo mismo de todos los días ahora tiene otro color, otra forma, otro aroma y otro sonido.
Los días grises son positivos
La aseveración de la teoría es por parte de Orfeu Buxton, investigador de desórdenes del sueño de la Universidad de Harvard, quien en su explicación cita un ejemplo muy común: Hay grabaciones con audios de lluvia con el fin de relajar y conciliar el sueño, por eso, es imposible asegurar que el sonido cuando cae el agua a la superficie o los días grises sean solamente nostálgicos y melancólicos.
“En la época de nuestros antepasados, cuando todo se encontraba en calma, sin amenazas, lo único que podían escuchar eran los suaves ruidos de la naturaleza, como el viento, el agua y los pequeños animales, como pájaros o insectos. Estos sonidos no son una amenaza, por lo que ayudan a relajar a la gente. Es como si estuvieran diciendo: no te preocupes, no te preocupes”, explica Buxton.
Olor a lluvia
Cuando se acercan las lluvias es inevitable que muchas veces anticipemos el acontecimiento gracias al olor que impregna el ambiente. Dicho aroma asegura Buxton estar asociado con sensaciones de tranquilidad y varios gustos. “En el suelo, hay una sustancia llamada geosmina, palabra de origen griego que significa aroma (smina) a tierra (geo). Se produce por determinadas bacterias que hay en el suelo y cuando se moja, sale el petricor... y volamos a la infancia”.