A todos nos pasa. Estamos tristes, cansados, con estrés o sueño y la solución que buscamos es consumir algún dulce. Esto ocurre porque el cerebro de alguna manera necesita una especie de compensación cuando está oprimido. Así lo explica la psicóloga clínica Ana Lucía Carrión.
“A nivel cerebral y sus sustancias químicas, con el estrés aumenta el cortisol. Se la denomina como la hormona del estrés que se libera como respuesta a ello”, detalla en una entrevista con este diario.
Cuando se dispara esta hormona, se elevan los niveles de azúcar en la sangre. “Por eso el cuerpo necesita dulce y el cerebro su compensación”. Aporta que diversos estudios afirman que cuando comemos dulce se segrega la dopamina, denominada la hormona del placer.
Si no dormimos bien, por ejemplo, segregamos la hormona ghrelina, la cual le avisa al organismo que tiene que comer y lógicamente se genera mal humor. “Por eso se requiere dulce, ya que esa azúcar ‘ayudará de alguna manera al estado de ánimo pero a veces se tergiversa”.
La idea es que cuando se liberan esas sustancias y el cuerpo pide dulce, lo importante es equilibrarlas de manera adecuada. Lo ideal es hacer ejercicio y no consumir dulce en exceso. “O cuando se está cansado. El azúcar no es la solución, dormir ayudará mejor”.
Escuchar al cuerpo
No está mal que a veces nos provoque consumir dulce, pero lo ideal es no condicionarse a que esa sea la solución a todo. Que por cualquier motivo se coma. “Hacer eso condiciona al cerebro a que en todos los estadios se tenga que resolver con dulce”, menciona.
Como sugerencia, la especialista sugiere que si una persona que es adicta al dulce desea bajarle un poco, puede hacerlo de forma paulatina y no repentina ya que podría ser contraproducente.