En 2016, Anna Stone, una neurocientífica estadounidense experimentó una parada cardiaca que la llevó a estar clínicamente muerta durante seis minutos. Durante este tiempo, tuvo una experiencia extracorporal que transformó su perspectiva sobre la vida y la muerte.
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Según su relato, se sintió en completa paz y tranquilidad, sin dolor, y tuvo la sensación de estar rodeada de una luz brillante. Pudo percibir a sus familiares fallecidos y sintió una conexión profunda con ellos.
Afirmó haber visto a su hija, que se encontraba a más de 300 kilómetros de distancia, durante un examen en la universidad.
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“Estaba haciendo un examen. Vi la ropa que llevaba puesta. Vi todo”, aseguró.
Además, experimentó una sensación de unidad con el universo y comprendió aspectos profundos de su existencia. Sin embargo, también sintió la presencia de un límite que la conectaba a su cuerpo físico y fue instruida a no cruzarlo, ya que hacerlo significaría no poder regresar.
La mujer relató al ’Daily Mail’ que, antes se encontraba en uno de los momentos más oscuros de su vida.
“Estaba casada con alguien a quien apenas conocía, bebía muchísimo, consumía drogas. Todo en mi vida estaba colapsando”, confesó.
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Anna sufrió una fuerte hemorragia y lo último que recuerda fue haber dicho “Creo que me estoy desangrando”. Después, recuerda haber estado en una ambulancia y sintió que estaba muriendo. En ese momento vio que salió de su cuerpo y ver la escena desde arriba.
“Tenía una visión de 360 grados. Sentí que podía abrazar al planeta entero”, dijo.
Tras ser reanimada, la neurocientífica compartió que esta experiencia le otorgó una nueva perspectiva sobre la vida, enfocándose más en ayudar a los demás y valorando cada momento. Aunque la ciencia ofrece explicaciones biológicas para tales experiencias, como la falta de oxígeno en el cerebro que puede provocar alucinaciones, ella considera que su vivencia fue real y significativa.
Desde entonces, Anna Stone reconstruyó su vida por completo.
