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Según la investigación, la explosión del cohete, que ocurrió a 150 kilómetros de altura, generó un agujero temporal en la ionosfera, una capa crucial que se extiende entre los 80 y 650 kilómetros de altitud.
El incidente
Todo comenzó de manera esperada: la primera etapa del cohete Starship se separó con éxito después del despegue; sin embargo, poco después, una serie de explosiones transformaron lo que debería haber sido un lanzamiento rutinario en un evento inusual.
La segunda explosión, más potente y sucedida cuatro minutos después de la primera, fue la responsable de abrir este agujero en la ionosfera.
¿Qué implica este agujero en la ionosfera?
Este tipo de agujeros no son completamente desconocidos para la ciencia, pero lo que diferencia a este evento es su causa: una explosión catastrófica, en lugar de la interacción química habitual entre los cohetes y el oxígeno ionizado en la atmósfera.
Normalmente, cuando un cohete atraviesa la ionosfera, se generan “auroras de SpaceX”, luces rojas que recuerdan a las auroras boreales; no obstante, en este caso, la onda de choque dispersó los electrones de tal manera que impidió la formación de estas luces.
Un fenómeno sin precedentes
Lo que más ha captado la atención de los científicos es la magnitud de este evento. Aunque se han observado agujeros en la ionosfera causados por lanzamientos de cohetes, es la primera vez que se documenta un agujero tan grande provocado por un fenómeno tan violento como la explosión del Starship.
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Yury Yasyukevich, físico del Instituto de Física Solar-Terrestre (ISTP) en Rusia, enfatiza que este incidente es único y abre nuevas posibilidades de estudio, ya que el agujero duró entre 30 y 40 minutos antes de que la ionosfera se autorreparara, y pudo ser observado desde el espacio por satélites y estaciones terrestres.
Este suceso proporciona una oportunidad invaluable para los científicos que buscan comprender mejor los efectos de estos agujeros en la ionosfera, una zona que aún guarda muchos misterios.
Según los investigadores, el incidente, aunque inesperado, subraya la importancia de continuar explorando los límites de la ciencia espacial y los efectos de nuestras actividades en la atmósfera terrestre.