Un hombre argentino de 50 años, de nombre Marcelo, se divorció de su esposa tras 30 años de matrimonio, pero lo insólito de este caso es que encontró el amor en su vecino.
Tras divorciarse de su exesposa tras casi tres décadas de matrimonio, Marcelo se mudó a un nuevo departamento y allí en el nuevo barrio, conoció a Pela, su vecino, quien es locutor de radio y la voz de un importante club de fútbol de Argentina.
La amistad entre los hombres rápidamente se transformó en algo más. Un día, la pareja decidió realizar una cena romántica y Marcelo le confesó todo lo que sentía por él. Para su fortuna, Pela también sentía lo mismo y se hicieron novios.
Pela y Marcelo decidieron mantener su relación en secreto por un tiempo, ya que el hombre divorciado temía la reacción de sus hijos. Luego de un año de noviazgo, la hija de Marcelo los descubrió, pero terminó aceptando su nueva relación.
La pareja decidió emprender un negocio juntos y de hecho su hija también trabajaba con ellos y había entrelazado una linda amistad con Pela y todo iba muy bien hasta que ocurrió una desgracia, un día después de regresar de un viaje juntos y donde se tomaron la última foto juntos.
Marcelo dejó a Pela en el local junto a su hija, y al cabo de una hora, Marcelo escuchó el llanto desesperado de su hija al teléfono. Pela había tenido un infarto masivo: murió en brazos de Belu (la hija). Tardó 17 minutos en llegar al negocio, y ya estaban ahí la policía y la ambulancia. Sus hermanas lo esperaban en la puerta. “Déjenlo pasar, es la pareja”, dijeron cuando llegó.
Todo el año, Marcelo lloró la muerte de su pareja. A veces lloraba a escondidas: en el baño de la oficina, en el auto, en su casa cuando no lo veían.
Conmovido luego de su primer amorío con un hombre, lo contó también en Twitter: “Acabo de salir del clóset con mis compañeros. No puedo parar de llorar”. Recibió más de 11.000 mensajes de apoyo y de gente que se sentía identificada con su historia.
Luego de un tiempo conoció a Ariel y ahora mantiene una relación estable y sin esconderse de nadie.