Sin embargo, ahora los ojos están puestos no particularmente en un planeta, sino que en una de sus lunas. La NASA ha dado un paso crucial hacia la exploración de uno de los mundos más intrigantes del sistema solar: Titán, la luna rica en materia orgánica de Saturno. La agencia espacial ha confirmado la misión Dragonfly, lo que significa que el diseño de la nave espacial está finalizado y comenzará su construcción y pruebas antes de su lanzamiento, previsto para julio de 2028.
Un legado de éxito impulsa la misión Dragonfly
La idea de Dragonfly lleva años gestándose. Seleccionada en 2019, la misión ha visto duplicado su presupuesto desde entonces. Sin embargo, el éxito del helicóptero marciano Ingenuity, que superó con creces las expectativas al durar 14 veces más de lo previsto, ha sido un factor determinante para que la NASA apruebe la misión.
Con un costo de 3.350 millones de dólares y una hoja de ruta actualizada, Dragonfly tiene como objetivo llegar a Titán en 2034.
Dragonfly no es una nave espacial convencional. Se trata de un helicóptero de ocho rotores con una masa de 450 kg. Será lanzado en un cohete de carga pesada para acortar su trayectoria hacia Saturno.
Tras aterrizar en Titán con un escudo térmico y la ayuda de dos paracaídas, Dragonfly emprenderá una serie de vuelos a docenas de lugares prometedores en la luna. Su objetivo principal es buscar procesos químicos prebióticos, similares a los que se dieron en la Tierra primitiva antes del surgimiento de la vida.
El desarrollo de Dragonfly está liderado por el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins. Sin embargo, la misión cuenta con la colaboración de múltiples instituciones, incluidas las agencias espaciales CNES de Francia, DLR de Alemania y JAXA de Japón.
¿Por qué Titán despierta tanto interés?
Titán es uno de los pocos mundos en el sistema solar, además de la Tierra, que alberga mares líquidos en su superficie. Descubiertos por la nave espacial Cassini de la NASA hace dos décadas, estos mares están compuestos de metano que se mantiene en estado líquido a temperaturas de -180 ºC.
Con profundidades de hasta 160 metros, estos océanos de color amarillo claro representan la mayor reserva de hidrocarburos accesible para la humanidad. Se forman a partir de la reacción del nitrógeno y el metano en la densa atmósfera de Titán, creando moléculas orgánicas que luego caen a la superficie como lluvia de metano.
La presencia de océanos ricos en materia orgánica en Titán plantea una pregunta fascinante: ¿Podría existir vida en estos mares?. Dragonfly buscará responder a esta pregunta crucial mientras explora los procesos químicos prebióticos en la luna.
¿Podemos colonizar Titan?
Si bien la Tierra y Marte, los dos destinos espaciales más cercanos, tienen atmósferas muy finas o inexistentes y están expuestos a altos niveles de radiación, Titán ofrece una atmósfera densa que protege su superficie. Sin embargo, la luna de Saturno no es un lugar acogedor.
En 2005, la sonda Huygens de la Agencia Espacial Europea aterrizó en Titán, revelando que su atmósfera está compuesta principalmente por nitrógeno e hidrocarburos como metano, etano y propano. Además, su presión atmosférica es 1,5 veces mayor que la de la Tierra a nivel del mar.
Titán presenta un día de duración similar a su órbita alrededor de Saturno (15,9 días terrestres) debido al acoplamiento de marea, lo que significa que un lado de la luna siempre está orientado hacia el planeta. Sin embargo, las variaciones de temperatura entre el día y la noche son mínimas, ya que Titán recibe muy poca luz solar debido a su gran distancia al Sol y a su espesa atmósfera. De hecho, la superficie de Titán recibe solo el 0,1% de la energía solar que llega a la Tierra.
Dragonfly se embarca en una aventura sin precedentes para explorar un mundo misterioso y lleno de potencial. Su misión podría revelar secretos sobre el origen de la vida en el universo y abrir nuevas posibilidades para la exploración espacial humana en el futuro.