Hace unos días conocíamos la noticia Lucía Pombo, hermana de la influencer María Pombo, tenía un gusano vivo dentro del pie. Ella lo relataba a través de sus historias de Instagram ya que acudió al médico por un picor muy fuerte en el pie que resultó ser un gusano, en concreto una larva migrans que crece y se mueve conforme pasan los días.
¿Qué es una larva migrans?
La larva migratoria se trata de un parásito que se cuela dentro de la piel y no necesita mucho trabajo para hacerlo: basta con una pequeña herida o una minúscula grieta en la epidermis para que se cuele dentro de nosotros. Una vez “instalada”, comienza a crecer y a moverse bajo nuestra piel.
Es la propia Lucía la que explicaba que “lo nota moverse” bajo la piel y observa como se desplaza, aunque la desagradable situación ya está en tratamiento.
¿Cómo se produce?
Esta larva se desarrolla generalmente en las heces de los perros o gatos y se convierten en una larva infecciosa en suelos o arenas cálidos y húmedos. La transmisión ocurre cuando existe un contacto directo entre la piel y el suelo o la arena contaminados y las larvas penetran en las zonas cutáneas no protegidas, generalmente en zonas del cuerpo como los pies, las piernas, los glúteos o la espalda.
¿Cómo puedes indentificarla?
La larva migratoria cutánea puede causar prurito intenso, con signos clínicos como eritema y pápulas en la zona de entrada. También aparecen líneas subcutáneas finas y tortuosas, de tono rojizo, y en ocasiones pápulas y vesículas. En el caso de Lucía Pombo, explicaba que llevaba varios días con un picor bastante intenso en el pie. Además, tal y como mostraba en alguna imagen, se podía apreciar el gusano perfectamente.
Estas especies están presentes en todo el mundo, pero son mucho más frecuentes en regiones de clima tropical húmedo. Una forma frecuente de contraerla es caminando descalzo en países de riesgo elevado y más si no existe sistema de alcantarillado o este es deficiente.
Tratamiento
Por lo general, es frecuente administrar un cierto tratamiento para aliviar el malestar del paciente y reducir el riesgo de infección bacteriana secundaria. Normalmente, la estrategia se basa en la administración de un medicamento por vía oral. Tras la muerte del parásito, es nuestro propio cuerpo el que lo hará desaparecer.
