La crisis de salud mental entre los latinos en Estados Unidos que se agravó desde el inicio de la pandemia de COVID-19 no se detiene.
Expertos dicen que es momento de que políticos y líderes sociales promuevan buscar ayuda de manera más enfática y tomen en cuenta las diferencias culturales de los hispanos.
Panorama general
La pandemia exacerbó las necesidades de cuidado de salud mental. Los latinos en particular presentaron aumentos en las tasas de depresión, ansiedad y suicidio en EE.UU.
Pero no hay suficientes proveedores de salud mental, y aún hay menos profesionales que sean latinos o que hablen español o que puedan apoyar a poblaciones indígenas.
“Considero importante repensar cómo damos atención de salud mental. Usualmente es haciendo que la gente venga a nuestras oficinas o nuestros consultorios, pero claramente no está funcionando”, dice el profesor de trabajo social David Becerra, de la Universidad Estatal de Arizona.
Indica que es muy importante la adopción de redes sociales y WhatsApp para atender a quien lo necesite en horarios más flexibles que los de oficina.
No es solo necesario contratar a más expertos que hablen español, agrega Becerra, sino también reclutar a quienes hablen o al menos entiendan lenguas y culturas indígenas para ayudar al creciente número de inmigrantes de Centroamérica y de México que son de pueblos originarios del hemisferio.
EE.UU. Y los programas de salud mental
Roger Rivera, un enfermero en Florida que trata sobre todo a pacientes latinos, dice que corresponde a los autoridades abogar por mejoras a los servicios de salud mental. “Yo podría pedir y exhortar y concientizar, pero se necesita respaldo desde mucho más arriba”, dijo Rivera.
Los latinos enfrentan estigmas culturales para buscar atención
Blanca Nereida Valencia, quien hace trabajo administrativo en una escuela secundaria de Austin, Texas, explica que su familia solía decir mucho que solo la “gente loca” iba a terapia. No fue hasta que sus padres fallecieron de cáncer entre 2012 y 2015 que ella decidió ir a terapia a pesar de lo que le habían dicho de niña.
“Cuando fui la primera vez fue porque me convencí de que estaba ‘averiada’ y solo por eso tenía que ir. Pero ahora me entristece que llegué a pensar que los beneficios de la terapia son solo para quienes están supuestamente ‘averiados’”, dice Valencia. Su primera terapeuta era una persona blanca no hispana que, según ella, a veces no entendía aspectos de su cultura.
Ahora va con una terapista que también es latina. Dice que la ha ayudado tanto a ella como a la manera en que busca ayudar a estudiantes en su trabajo. Ahora también es parte de Contigo Wellness, una organización que ayuda a que los servicios de salud mental sean más accesibles para las comunidades marginadas.