La cuarta temporada de MasterChef Ecuador ha sido una de las más polémicas, noveleras y showseras de todas. Se ha visto de todo pero lo más predominante -y qué lamentable- es la competencia de clases que muestran y no la de cocina como debería al ser un reality internacional.
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En esta edición, el grupo ha estado dividido desde el primer capítulo por quienes ya todos saben. Y aunque parecía una simple broma, poco a poco se ha salido de control solo por el rating del prime time.
Pese a que algunos participantes han dicho que se trata de puro show, entonces deberían mejorar el guión y no ‘demostrar el hambre’ de la manera en la que se lo hace.
Ya este escenario se veía venir desde que hubo la selección de los 23 participantes en Quito y surgió el efecto de sobrevalorar una producción. Entonces, casualmente los jueces eligieron diversidad de personas para que cada televidente “se sienta identificado”.
En teoría, en un reality se trabajan situaciones sin guión y con ocurrencias actuales. Hasta donde los cocineros contaban sus historias de superación y objetivos para estar en la competencia estaba bien.
Pero ya todo estuvo mal cuando los convirtieron en personajes como: villanos (Jamil), el bombón roba suspiros (Sol), la mala (Alexandra), Romeo y Julieta (Santiago y Victoria). Y sin dejar a quienes hacen las historias secundarias: la defensora de los animales (Cynthia) y los de la gente (Sara, Sonnia y Henry).
Se les aplaude de pie a los que rompieron ese libreto y decidieron ser ‘Real hasta la muerte’ como dice Anuel AA: Johanna, Andrés y Raúl. Que por cierto, los spoilers apuntan a que la pastelera será la primera mujer que gane MasterChef Ecuador para de una manera reivindicarse que en las tres temporadas anteriores hayan ganado hombres.
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Buenos cocineros, malas personas
Las malas actitudes, prepotencia y comentarios despectivos no parecen ser personajes. Y si es que lo son, qué mal que un programa de esa talla solo enseñe que los que han viajado por el mundo para entrenar a sus paladares, tengan que pisotear a otros porque no han salido de sus ciudades y que por eso tengan que decir cosas como: “no quiero estar en eliminación con los malos”, “ella no sabe qué es eso”, “queremos ver cocina de nivel”.
Peor a los que se han sentido indignados porque han estado a punto de ser eliminados junto con un participante que -a su criterio- es poco conocedor de la gastronomía de altura.
Y los comentarios sobre el aspecto físico de una persona han sido pésimos. Decirle ‘gordito’ a un compañero y en TV nacional es horrible. Aunque se quieran escudar con que “es de cariño nomás”.
Deplorable cuando un “caballero” le dice a una dama que es un estorbo y en muchas oportunidades la ha hecho de menos. Pero cuando ella estalla, en lugar de recibir apoyo de otra mujer lo que hacen es cuestionar su salud mental.
¿De qué les sirve ser buenos cocineros si son malas personas? El mismo Roberto Ayala, ganador de la segunda temporada lo ha criticado. Recientemente dejó un mensaje a quienes en esta edición han destacado pero que como personas son todo lo contrario a su talento.
“Si debo elegir entre un mal cocinero y una mala persona, elijo un mal cocinero, porque a la final a un mal cocinero se le puede enseñar a cocinar”.
Algo que no es la primera vez que dice ya que en una oportunidad dijo algo similar. “Si tu calidad de cocina es increíble y eres una mierda de persona, tu plato sabrá increíblemente a...”.
Qué triste que eso es lo que tenga que mostrar la producción de MasterChef Ecuador solo para ser tendencia en Twitter. Puede que sea parte del show, pero lo que ha provocado es una guerra de comentarios y posiciones dividas. Ataques a quienes finalizada la competencia tienen una vida y reciben hate a diario.
[ Masterchef Ecuador: Estallan contra Alexandra por decirle ‘gordito’ a HenryOpens in new window ]
Ojalá al revisar el material ya editado destaquen más el talento culinario, sea de quien sea, sin necesidad de que solo un empresario pudiente tenga la posibilidad de brillar o que una cara bonita se posicione como una de las favoritas.
La finalidad debería ser el aprendizaje de los amantes de la cocina, técnicas para aprender en casa y conocer más de nuestro país a través de la gastronomía. No mostrar las costuras de los participantes, ni la terapia que según les hace el jurado, actitudes inmaduras o cómo se juega sucio solo para decir: Gane MasterChef Ecuador.