Visitar un mundo al borde del cataclismo o experimentar un coma es posible en la isla del «Lazzaretto Vecchio», antiguo hospital veneciano para apestados que ahora alberga el primer certamen de Realidad Virtual de la «Mostra».
La isla, de dos hectáreas, cuenta con un inquietante complejo de edificios de ladrillo de 8.500 metros cuadrados mandado construir en 1423 para recluir a aquellos que caían presos de las epidemias que llegaban a este importante puerto mediterráneo.
Tal es así que, en su terreno, llegaron a hallarse fosas comunes en las que fueron sepultadas miles de personas por las plagas que asolaron este enclave durante los siglos XVI y XVII.
El lugar ha tenido diversas utilidades durante el paso de los siglos, como almacén militar en el siglo XVIII, pero el transcurso del tiempo lo sumió en un grave abandono que las autoridades locales han tratado de reparar durante los últimos años.
Al encontrarse frente a la idílica isla del Lido, donde tiene lugar el Festival de Cine de Venecia, sus organizadores han decidido utilizarlo como sede de su primer concurso de Realidad Virtual con el objetivo de dar una nueva vida a esta histórica instalación.
De este modo el hospital del «Lazzaretto Vecchio» ha dejado atrás su lúgubre pasado y ahora muestra un aspecto renovado y agradable, a pesar de que aún se aprecian los estragos del olvido en algunos de sus edificios derruidos.
El concurso de Realidad Virtual se desarrolla en tres largos pasillos en los que el público, con unas gafas-visor, disfrutará de esta curiosa experiencia de forma conjunta en el «VR Theatre» o individualmente en casetas o tiendas separadas.
El visitante podrá mirar arriba, abajo, hacia detrás o adelante: allá donde pose la mirada encontrará detalles de la historia que se le presenta, situándose en el centro de la secuencia como una especie de testigo de excepción, implicándose incluso en la trama.
Compiten en esta nueva sección de la «Mostra» un total de veintidós proyectos virtuales, de ellos tres firmados por españoles: «Melita», de Nicolás Alcalá; «The Argos File», de Josema Roig, y «Snatch VR Heist Experience», de Alcalá y Rafael Pavón.
La primera es una producción estadounidense en animación basada en un mundo al borde del colapso y en el que una científica tendrá la misión de encontrar un nuevo planeta que pueda albergar vida y dar a los humanos una nueva posibilidad.
En la segunda, «The Argos File», se invita a desentrañar un crimen adentrándose en los recuerdos de los muertos registrados en «Mnemo», una sofisticada tecnología que los humanos del 2034 emplean para registrar, revivir y compartir recuerdos.
Por último, la apuesta conjunta de Alcalá y Pavón consiste en un proyecto interactivo en el que la audiencia deberá ayudar -o no- a un grupo de ladrones a desvalijar una caja fuerte con diamantes.
Se trata de vivir experiencias y, por esa razón, el alemán David Wedel propone, junto a un grupo de jóvenes daneses, una de las instalaciones más llamativas: una habitación de un hospital en el que dos hermanos reposan sumidos en un profundo y trágico coma.
El espectador se pone en su papel literalmente: asiste a la representación tumbado en una camilla de hospital y puede percibir las sensaciones que los jóvenes tienen de su vida, como el olor a una cerveza compartida, la canela de un postre o el viento del mar.
Trágica también es «The last goodbye», en el que el polaco Pinchas Gutter acompaña al espectador en su escalofriante y conmovedor regreso al campo de exterminio nazi de Majdanek, al que sobrevivió pero donde su madre y su hermana fueron asesinadas.
Por su parte el chino Huang Hsin-Chien y la estadounidense Laurie Anderson han llevado hasta el «Lazzaretto Vecchio» su laberíntica «Habitación de arena», repleta de letras flotantes entre las que se puede volar, nadar, bailar e incluso perderse.
Entre los proyectos expuestos también está «Gomorra VR – We own the streets», un fragmento en Realidad Virtual de la serie homónima, inspirada en el libro del italiano Roberto Saviano.
El espectador, a través de sus gafas, puede sumergirse en las peligrosas calles del barrio napolitano de Scampia, empaparse del sórdido mundo de la mafia y asistir, incluso con nerviosismo, a los los ajustes de cuentas entre clanes y a la pugna por el poder.
Y la Realidad Virtual lo hace posible: las balas pasan cerca, casi silban al oído.
EFE
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