Una pequeña mayoría de los estadounidenses ven la adicción a medicamentos por prescripción como una enfermedad que requiere tratamiento médico, pero la mayor parte de ellos no acogería a aquellos que sufren el problema en sus barrios, lugares de trabajo o familias.
Un nuevo sondeo revela las complejas ideas de los estadounidenses sobre la adicción en momentos en que la más mortífera epidemia de drogas en la historia del país destruye comunidades en la nación.
Más de uno de cada 10 dicen que un familiar o un amigo cercano murió de sobredosis de opioides, de acuerdo con el sondeo de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research.
Los opioides son una clase adictiva de drogas que incluye medicamentos de prescripción como Vicodin y OxyContin y drogas ilegales como heroína y fentanilo.
Las muertes por sobredosis vinculadas a esas drogas han aumentado al cuádruple desde el 2000, alcanzando su nivel más alto en el 2016, con 42.000.
La ola de adicciones ha reducido la expectativa de vida en el país, drenado presupuestos locales y creado retos para funcionarios a todos los niveles del gobierno.
Un estudio de la Kaiser Family Foundation publicado el jueves determinó que las compañías grandes se gastaron la cifra récord de 2.600 millones de dólares para tratar adicción y sobredosis de opioides en el 2016, ocho veces el total del 2004.
La mayoría de las autoridades médicas consideran la adicción a las drogas como una enfermedad. El Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas la describe como una enfermedad cerebral a largo plazo y tratable.
Aunque 53% de los estadounidenses consideran la adicción un problema médico, siguen recelosos de los afligidos. Menos de 1 de cada 5 estadounidenses están dispuestos a asociarse estrechamente con alguien que sufre adicción a drogas, sea amigo, vecino o compañero de trabajo.
Emily Fleischer, una bibliotecaria de 36 años, dice que ha visto los efectos de la epidemia de opioides en su estado, Indiana, incluyendo un enorme incremento en un año de los niños enviados al sistema estatal de familias suplentes debido al abuso de drogas en sus hogares.
Fleischer entiende que la gente quiera mantener su distancia de aquellos que abusan drogas, dada su asociación con conductas de alto riesgo.
«Entiendo por qué la gente no quiere relacionarse tanto, incluso si sienten que es una enfermedad y no es culpa de la persona”, dijo Fleischer.
Expertos médicos dicen que superar el estigma de la adicción es esencial para expandir el tratamiento. Unos 2,1 millones de estadounidenses son adictos a los opioides, pero solamente una quinta parte de ellos recibió tratamiento especializado, de acuerdo con las cifras federales más recientes. AP