«Tiene unos pelos muy bonitos». Lo dijo Amaia durante una sobremesa en la academia de Operación Triunfo. Se refería al vello púbico de Aitana, que contó que no se había depilado durante su estancia en la academia. Algo excepcional si atendemos a los datos: un 85 por ciento de las mujeres y un 66 por ciento de los hombres de entre 18 y 65 años se depila el pubis de manera regular según el último estudio de JAMA Dermatology, la publicación médica especializada en dermatología de la Asociación Médica Americana.
El caso es que la «confesión» de Aitana y el halago de Amaia llamaron la atención en las redes por excepcionales. Una chica de 18 años reconociendo ante decenas de cámaras y miles de espectadores que tenía vello en el pubis y otra de su misma edad diciendo que, además de tenerlo, lo tenía bonito.
Sorprendentemente, ninguno de los presentes en aquella mesa respondió «qué asco», ni «qué guarro», ni «cuándo te viene la regla, ¿qué?», ni «queda feo», comentarios que toda mujer ha oído o pronunciado alguna vez en su vida en referencia al vello púbico.
Y las redes aplaudieron un gesto que no es habitual, según cuenta Carme Sánchez Martín, sexóloga, codirectora de InSexBcn y autora de El sexo que queremos las mujeres. Carme trabaja con adolescentes y jóvenes y escucha con más frecuencia de la que le gustaría eso de que «ir sin depilar es ser un guarro».
«En InSexBcn hacemos talleres con adolescentes y también tenemos un consultorio online en el que respondemos las dudas de quien nos escribe. En ambos casos, muchos jóvenes tienen preguntas acerca de la depilación púbica. Recuerdo que una vez una chica me preguntó si podía tener ‘buenas relaciones sexuales’ sin estar depilada. Me quedé de piedra».
Depilarse no tiene ninguna razón médica, sexual o higiénica y eso les explica Carme a los chavales que le plantean sus dudas al respecto.
«Podría decirse incluso que estamos yendo contra nuestra propia naturaleza. El vello púbico, curiosamente, es el único que no hemos perdido demasiado, algo que sí que ha sucedido con el vello de otras partes del cuerpo», comenta la sexóloga.
«Además, nos estamos olvidando de que está ahí porque cumple unas funciones, como regular la temperatura o que no entren gérmenes en las zonas íntimas y poner así una barrera a las ITS y ETS. Depilarse es, simplemente, una cuestión de estética».
Pero si la depilación aumenta el riesgo de contraer ETS, cuesta dinero y tiempo y además nos expone a cortes, quemaduras e irritaciones, ¿por qué seguimos teniéndola casi como un dogma? La culpa, según Carme Sánchez, es en buena parte en la pornografía.
«No nos damos cuenta de lo condicionados que estamos al respecto. Sobre todo las mujeres, aunque también cada día más hombres, creemos que tenemos que estar depilados para que el sexo sea como ‘debería ser’.
Es una cuestión totalmente aprendida e impuesta, sobre todo por la pornografía y los referentes eróticos contemporáneos y que genera problemas. He dado con chicas que han declinado o evitado mantener relaciones sexuales por no sentirse lo suficientemente depiladas», comenta la sexóloga.
«Claro, muchas veces, con y sin pareja estable», me cuenta Paula (23 años) cuando le pregunto si alguna vez ha dejado de practicar sexo por no estar depilada. Siempre que salgo de fiesta, que sé que la noche puede acabar en una cama ajena, me depilo. Algún día que me ha surgido una oportunidad de sexo sin preverlo, he puesto excusas para no acostarme con el tío. Sé que es una tontería pero no me siento cómoda, es algo totalmente inconsciente: si no estoy suave, si sé que pincho o que tengo pelos no puedo acostarme con nadie. Y me hace sentir bastante mal, porque choca con mis ideales, pero no puedo evitarlo», concluye.
“Me hace sentir bastante mal, porque choca con mis ideales, pero no puedo evitarlo”
El por qué de estos pensamientos inconscientes pasan por años de aprendizaje, por un sistema —el patriarcal— que necesita que las mujeres permanezcan en una minoría de edad permanente —también en lo que al vello se refiere— para sobrevivir, por la necesidad de hacer a las mujeres sentir vergüenza y pudor y por la normatividad física asociada a los géneros.
Eso de «el hombre, como el oso, cuanto más peludo más hermoso» y eso otro de «a la mujer bigotuda desde lejos se la saluda».
«El no tener ni un pelo parece haberse convertido en una conditio sine qua non para practicar sexo y cuando se tiene pueden darse incluso relaciones sexuales insatisfactorias, en las que el miembro que no está depilado está pensando en ello más que en el placer sexual», dice la codirectora de InSexBcn.
«Muchísimas veces he estado más pendiente de mi físico que del acto sexual. De si hay demasiada luz, de si en una postura se me veía más tripa, de si mis tetas estaban bonitas sin sujetador y de si tenía más pelos de los que debía, claro.
Creo que esa presión que sentimos, esa preocupación excesiva por nuestros cuerpos, nos hace dejar de disfrutar de muchas situaciones, y entre ellas, claro, del sexo. Si estás dedicando tu atención a cuestionarte a ti misma y a pensar que no estás agradando al otro, difícilmente puedes concentrarte en algo más», afirma Marina (27 años).
Pero, ¿cómo quitarnos de encima las ideas y prejuicios que hemos visto perpetuados durante tanto tiempo en marquesinas, carteles publicitarios, cine, moda y pornografía para disfrutar -con pelos o sin ellos- de una sexualidad plena? Carme Sánchez apuesta por poner la depilación en perspectiva y desaprender.
«Yo siempre le digo a los adolescentes con los que trabajo que si tener vello fuera algo sucio o antihigiénico todos iríamos rapados. O no toleraríamos las barbas. ¿Por qué hay mujeres que aceptan que sus parejas tengan barba pero no se permiten tener ni un vello en el pubis? «Es incongruente», dice la sexóloga. Y vaya si lo es.