Sus creadores lo ven como la combinación perfecta entre tecnología y budismo. Una muestra más, dicen, de que ciencia y religión son compatibles. Nace en este monasterio de Pekín, en China. Se desplaza solo, puede entonar cánticos, como los monjes, y responder a unas veinte preguntas sobre su especialidad, el budismo. Inteligencia artificial para transmitir el sentimiento de una creencia. Con apenas sesenta centímetros de altura, este pequeño robot que parece sacado de unos dibujos animados, intententa acercar su religión milenaria a las nuevas generaciones. Video / Reuters