Teorías contra la vacuna o el escepticismo de las personas han provocado que la covid-19 siga causando estragos a nivel mundial. Un reciente caso en Estados Unidos fue el claro ejemplo que no inocularse es una mala idea.
Según reseña The Washington Post, Lydia Rodriguez no se aplicó la vacuna ya que pensó que su cuerpo era suficiente fuerte para combatir la enfermedad. No obstante, tras un campamento contrajo el virus y posteriormente falleció.
Cuando la mujer quiso aplicarse la medicina, los doctores le sentenciaron que era demasiado tarde y que su única salvación era conectarse a un respirador artificial. Pese a ello, Rodríguez falleció y dejó en la orfandad a cuatro niños.
Lydia murió dos semanas después de su marido, quien también rechazó la vacuna y la covid-19 no tuvo contemplación en agravar su estado de salud. Previo a su deceso, la femina dejó un mensaje.
«Por favor, asegúrate de que mis hijos se vacunen”
Ella pidió a su familia que se aseguren que sus cuatro hijos se vacunen. La pareja luchó contra el virus desde las camas del hospital, a escasos metros el uno del otro, en una unidad de cuidados intensivos de Texas.
El caso de la familia Rodríguez se une a los millones de estadounidenses que no han recibido al menos una dosis de la vacuna. El aparente quemeimportismo se contrapone a las declaraciones de autoridades sanitarias, las cuales especifican que inocularse reduce significativamente las posibilidades de enfermarse gravemente.
Dottie Jone, prima de la víctima, declaró que Lydia nunca pensó en vacunarse. Sus creencias anti-vacunas le pasaron factura y ahora el futuro de sus hijos está en un juzgado a espera de declarar a un tutor.
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