Las teorías conspirativas sobre la aplicación de la vacuna y sus respectivos efectos han provocado que millones de personas opten por no inocularse, sin importar la marca. Sin embargo, recientes confesiones de pacientes con covid-19 instan a la población a no tomar el camino del escepticismo.
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Faisal Bashir, hombre de 54 años, pasó una semana hospitalizado recibiendo oxígeno tras contraer la enfermedad. Él admitió que no quiso recibir la vacuna y culpó a la influencia de las redes sociales.
Aunque, tras la experiencia instó a que sus similares a no negar la vacuna. «La gente está llenando los hospitales porque toma riesgos y esto está mal. Me siento terrible. Me siento tan mal que espero que hablar ayude a otros a evitar esto», dice.
«Me ofrecieron la vacuna, pero fui arrogante (…) Pero la verdad es que no pude evitar el virus. Lo agarré, no sé cómo ni dónde», comentó a BBC.
«Iba al gimnasio, montaba en bicicleta, caminaba y corría. Como estaba fuerte y saludable pensé que no la necesitaba. Además, si al final resultaba que no era seguro, no habría corrido ningún riesgo», afirma.
Este testimonio se suma al de Abderrahmane Fadil. Él es un profesor de ciencia de 60 años que desconfiaba de las vacunas pero tras pasar nueve días en cuidados intensivos cambio de parecer.
“Mi esposa se puso la vacuna. Yo no, era reacio. Estaba haciendo tiempo pensando que ya había convivido con virus, bacterias y que mi sistema inmunológico era lo suficientemente bueno. Tuve síntomas de covid-19 al comienzo de la pandemia y pensé que tal vez ya la había pasado, que mi sistema inmunológico reconocería el virus y tendría defensas», relata.
«Este fue el mayor error de mi vida. Casi me cuesta la vida. Tomé muchas decisiones tontas en mi vida, pero esta fue la más peligrosa y grave», reconoce.