La aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2, sumada a la paralización momentánea de las vacunaciones por problemas clínicos o de suministro de las vacunas, ha abierto un debate sobre si es mejor proteger a más individuos con la primera dosis y retrasar la segunda o cumplir los calendarios marcados en los ensayos clínicos.
Un estudio publicado este miércoles en la revista científica PLOS Biology y liderado por Seyed Moghadas, de la Universidad de York en Toronto (Canadá), sugiere que retrasar la segunda dosis para vacunar a más personas podría ser una buena estrategia de salud que ayudaría a mejorar la eficacia de la vacunación.
El estudio, en el que han intervenido también científicos de la Universidad de Campinas, en Sao Paulo (Brasil), y de las universidades estadounidenses de Yale y Maryland, sugiere que dar prioridad a la inoculación generalizada con las primeras dosis disponibles puede reducir las nuevas infecciones, las hospitalizaciones y las muertes por coronavirus.
Tanto en Estados Unidos como en Europa, las vacunas contra la covid que se están dispensando requieren dos dosis administradas en un intervalo de tres o cuatro semanas, pero aún hay pocos datos que determinen cuál es la mejor manera de minimizar las nuevas infecciones y las hospitalizaciones con un suministro de vacunas y una capacidad de distribución limitados.
Para comparar el impacto epidemiológico de cada estrategia de vacunación, los investigadores construyeron un modelo matemático que simulaba la transmisión de covid-19 y varios calendarios de vacunación con la segunda dosis retrasada. Descubrieron que retrasar la segunda dosis entre 9 y 15 semanas evitaba más hospitalizaciones, infecciones y muertes en comparación con seguir los calendarios recomendados para las vacunas Moderna y Pfizer-BioNTech.
También observaron que los niveles de protección de la primera dosis eran estables si se retrasaban las segundas dosis, y que el nivel de protección tras retrasar las segundas dosis era idéntico a la protección general de los que reciben dos dosis según el calendario.
Aun así, advierten de que se necesitan más estudios para determinar el tiempo óptimo entre las dosis para cada tipo de vacuna.
No obstante, los autores subrayan que «cuando se compite contra un brote incipiente, nuestros resultados muestran que dar prioridad a la cobertura de la vacuna con la distribución rápida de la primera dosis es fundamental para mitigar los resultados adversos y permitir que el sistema sanitario pueda atender otras necesidades médicas de la población que no sean la covid-19«.
«Todavía no tenemos el panorama completo de la eficacia de las vacunas a medida que se propagan nuevas y más contagiosas variantes. La eficacia de las vacunas contra estas variantes es un factor adicional que habría que tener en cuenta a la hora de determinar los resultados de la segunda dosis a tiempo o retrasada y el intervalo entre las dosis», concluye Moghadas.