Para la cuarta temporada de The Crown, se ha perdido el optimismo de los años 60 y 70. Margaret Thatcher, interpretada por Gillian Anderson, gobierna con mano dura un país que parece que va al abismo en cuestiones de desempleo, guerras externas y políticas controversiales. The Crown: Así se crean los looks de una princesa y de un ícono
Pero por su parte, la familia real vive otro drama: hay tiranteces entre los cuatro herederos de la reina Isabel, muy notorias; la princesa Margarita toma un camino cada vez más oscuro y, por supuesto, Diana –interpretada por Emma Corrin– entra en escena para ser la víctima de ese sistema que ha tratado con crueldad a sus advenedizos y todo aquel que quiera escapar de la voluntad de la Corona.
The Crown: Así se crean los looks de una princesa y de un ícono
The Crown: Así se crean los looks de una princesa y de un ícono
Amy Roberts, la vestuarista de la serie y ganadora del Emmy por la tercera temporada, tuvo que reflejar la privacidad, vulnerabilidad y el papel de la joven princesa, que pasa de ser una joven ingenua a un juguete roto y esposa maltratada para, por último, dar visos de la figura histórica en la que se convertiría.
Metro habló con ella sobre el vestuario de este personaje y otras mujeres fuertes de la familia real británica y cómo se contaron sus historias.
¿Cuáles fueron las directrices para marcar la historia de la princesa Diana en esta temporada?
–Eso era dependiendo de la escena, pero tú tomas toda su historia en esta temporada y ves un viaje donde comienza como una adolescente, donde tiene 18,19 años, es tímida, no es consciente de la moda, se compromete con el príncipe y es arrojada en el palacio. Ahí pienso que no era consciente de su estilo. Lo vemos por ejemplo cuando conoce a toda la familia real y se le ve bastante incómoda.
Y luego la vemos en el tour de Australia, vestida como una muñeca. No se ve que se le permita ser una persona real. Y poco a poco, mientras la historia progresa, muy lentamente, y tristemente, cuando su matrimonio se vuelve más problemático, ella se da cuenta de su poder, de su atractivo y de cómo la quiere la gente.
En ese punto, su estilo da puntadas, un poco, de lo que la gente recuerda de ella y espera y es un abrebocas para lo que veremos en la quinta temporada.
¿Cuántos outfits usó Emma Corrin en la serie y entre eso, cuántas piezas fueron réplicas de lo que la princesa Diana usó en la vida real?
–No sé el número exacto, pero, por ejemplo, cuando la vemos en el tour australiano de 1983, cuando va con Carlos y el príncipe Guillermo, hay al menos 70 looks. A veces podían ser de ocho a veinte looks por episodio y son diez de estos.
Eso te puede dar una idea general de lo que usó y en medio de todos esos looks están algunos que son clave, como el vestido de matrimonio y el de su compromiso.
Hay una mezcla entre en el rigor y yo diría que una especie de naturalidad. Y la serie es maravillosa en ese sentido, porque puedes hacer tomarte esa libertad de hacerlo.
“El estilo de Diana refleja al comienzo el cómo no se le permite ser una persona real, pero al final muestra lo que la gente recuerda y ama de ella y es un abrebocas para la quinta temporada»
¿Cómo se hizo el vestido de boda de Diana y cuál fue el desafío para hacerlo?
–El desafío fue no dejarme intimidar por él, porque es la pieza que realmente todo el mundo conoce. Tuvimos la suerte de conocer a David Emmanuel, uno de los dos diseñadores del vestido original, junto con su esposa, y él vino a vernos con copias de los diseños originales.
Yo no tenía muy claro cuál era realmente el color del vestido. Uno mira las fotografías y videos de la boda y cada uno es distinto. Es crema, pero es un tono crema apuntando a ser rosado, que luego es gris, por lo que tuvimos varias opciones. Le dimos a elegir a David y solucionó ese problema de inmediato.
Y él fue increíblemente generoso y nos dio bastante libertad para hacer cosas. Eso nos dio una especie de alivio ante el miedo con esta pieza y siento, por otro lado, que no era mi trabajo hacer una réplica tan exacta de la misma. Habían diez mil perlas en ese vestido.
Entonces, necesitaba hacer ver que habían perlas ahí y pusimos al menos veinte. Asimismo, replicamos los lazos del vestido y el hijo de quien los había hecho originalmente también nos ayudó con eso.
Pero en realidad creo que mi punto de vista se enfocó en hacer reflexionar al espectador sobre lo que recordaba de ese vestido. Esa prenda mágica que toda niña piensa que se pondría una princesa.
Tuvimos hasta seis pruebas de vestuario con Emma, y ella estaba emocionada. Creo que un vestido de boda genera ese tipo de emoción y es muy significativo. Y ese vestido en particular, la tragedia que le siguió después, es algo para rememorar.
¿Cómo mostró la evolución de otros personajes fuertes en la serie, como la reina y la princesa Margarita?
–Cuando hice la tercera temporada, que era en los años 60 y 70, había una paleta muy fresca. Rosados, lilas, sombreros florales. De ahí nos movemos a una temporada intermedia, donde la reina y su familia han evolucionado, el matrimonio de ella se ha cimentado y ella está más acostumbrada a su posición.
Por eso quisimos darle un look más estable. Nunca ha sido llamativa como reina, pero la paleta de colores en este caso es más moderada, pero interpretada de una manera también muy sutil hacia los años 80.
En cambio con Margarita, vemos que está en una etapa más tóxica y lidia con problemas de salud mental. Pusimos varios estampados en sus vestidos, y colores fuertes en ella, acordes con la época. Y en contraste está Diana, esta hermosa y joven chica, para opacarla.
Y fue dramático y enternecedor hacer eso en términos de vestuario.
¿Qué implicó recrear tantos looks que se pueden ver en fotografías históricas?
–Sé que son personas reales, pero quería algo extra más allá de copiar. No me gusta la idea de hacerlo. Y cuando hallaba algo idéntico a lo que Diana usaba, por ejemplo, me sentía un poco rara al respecto. Esta historia es para mí como una gran ópera sobre esta gran familia, con sus altos y bajos, particularmente no muy feliz y claro, hubo momentos en los que tuve que ceñirme al rigor histórico.
Por ejemplo, con los uniformes de la reina o el tour australiano, donde tuvimos que vestir a Diana como una muñeca. Pero no es mi cosa favorita de hacer. Ahora, si hablamos de looks desafiantes, el vestido de boda fue el más difícil de hacer. El trabajo del equipo fue fantástico.
Y el otro más difícil fue el uniforme de la reina en el primer episodio. Pero tuve una asistente fantástica que me ayudó con estas tareas.
Por otro lado, quería hacer también algo muy bien hecho con Michael Fagan, el intruso que se metió a la habitación de la reina.
Tuve que hacer justicia a quién era él y lo que representaba y en ese sentido no quería fallar, porque puede que en su caso solo se trate de usar jeans y camisetas, pero en un contexto como el de esta serie todo se trata de la ropa que usaría una persona en la vida real y no de disfraces.
¿Cuál es el significado de que Diana use un vestido negro en el último episodio, sabiendo que estaba prohibido usar negro en la realeza?
–Es desafiante. Carlos odiaba que Diana usara negro y sí, ella hace ahí un statement.
Y tienes razón, no es como el vestido “de venganza” que se hizo famoso en 1994, pero es un momento poderoso, es una escena que muestra que ella va a pelear y a liberarse y muestra lo que va a pasar en la quinta temporada.
Y lo maravilloso es eso: ver a Diana por primera y última vez. En el primer episodio es un hada y en el último, es alguien totalmente distinto. Y me encanta la idea de cómo comienza y termina su viaje.