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Presos amotinados en cárcel colombiana fueron masacrados, revela investigación

Los presos amotinados en marzo pasado en la cárcel La Modelo de Bogotá supuestamente para exigir protección contra el coronavirus fueron masacrados.

Los presos amotinados en marzo pasado en la cárcel La Modelo de Bogotá supuestamente para exigir protección contra el coronavirus fueron masacrados. Varios de los 23 muertos recibieron disparos de fusil en estado de indefensión, revela una investigación periodística publicada este domingo.

La peor matanza de presos que recuerde Colombia comenzó el 21 de marzo por la noche con un motín que dio lugar a una batalla que se prolongó por unas diez horas, hasta que los guardias del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) retomaron el control de La Modelo con resultado de 23 muertos y 83 heridos.

MATANZA DELIBERADA

La publicación se basó en fotografías, más de 50 horas de grabación de 20 cámaras del penal, testimonios y las necropsias para concluir que «por la forma como murió la mayoría de los detenidos, hubo un grave exceso en el uso de la fuerza de la guardia», en resumen, «una masacre en la que varios de los detenidos murieron a bala en estado de indefensión».

Las necropsias revelan que tres presos recibieron disparos en la cabeza, casi todos en la frente; otros tres tienen impactos en la cara, uno de ellos en la boca, y ocho murieron por disparos de fusil en diferentes partes del tórax, uno con cinco impactos.

Los informes forenses constataron además que cinco de los reos tienen disparos mortales en el cuello, tres de ellos en la nuca, y otro tiene dos tiros en la espalda lo que indica que «les dispararon desde atrás, en estado de indefensión».

«Un solo proyectil de un fusil en el pecho es suficiente para detener y matar a cualquiera. Ahora, cinco disparos pueden ser catalogados como sevicia», explicó a la revista un perito de balística.

MOTINES SIMULTÁNEOS

Además del motín en La Modelo, esa noche hubo revueltas en cerca de diez cárceles colombianas, entre ellas las de La Picota y el Buen Pastor, de Bogotá, esta última de mujeres; así como en las de Cómbita, en el departamento de Boyacá; Picaleña (Ibagué); Jamundí (Valle del Cauca), y Pedregal y Bellavista, en Antioquia.

En su defensa, los guardianes aseguran que las necropsias constataron que no hubo disparos a quemarropa, pero según los investigadores del caso, eso no quiere decir que no murieron por ráfagas de fusil a sangre fría.

«Las trayectorias de los disparos así como el daño causado en los cuerpos, producto de la velocidad con la que impacta la munición, muestran que quien disparó no estaba lejos de su objetivo», dijeron peritos a Semana.

Según la publicación, también se ve en videos cómo guardianes de la prisión golpean con palos y varillas metálicas a presos que estaban desnudos luego de rendirse.

CORONAVIRUS Y PLAN DE FUGA

La rebelión de presos comenzó aparentemente para exigir mejores condiciones sanitarias y de protección contra el coronavirus, y por la suspensión de las visitas familiares para reducir los riesgos de contagio.

Sin embargo, Semana asegura que «la realidad es que detrás de esas acciones coordinadas (en las cárceles) existió un plan de fuga orquestado por (la guerrilla de) el ELN», algo que la revista reveló hace dos meses y confirmó el fiscal general, Francisco Barbosa, con base en grabaciones de audio obtenidas por las autoridades.

Al día siguiente de la matanza la ministra de Justicia de Colombia, Margarita Cabello, aseguró en una declaración que los motines no tenían nada que ver con las condiciones sanitarias y que lo que hubo fue «un intento masivo y criminal de fuga».

«Diversos informes de autoridades, conocidos por Semana, revelaban que a lo largo del mes de marzo, mientras la crisis del coronavirus tomaba fuerza en Colombia, el ELN organizaba un plan nacional de fugas masivas en las prisiones», agregó la revista.

TOMA DE ARMAS

Al respecto, un guardián de La Modelo aseguró que cuando comenzó el motín los presos, armados con cuchillos y punzones, incendiaron colchones y tumbaron paredes para pasar de un patio a otro de la prisión que en ese momento albergaba a unos 5.000 internos, aunque solo tenía capacidad para menos de la mitad.

Otro contó que esa noche un grupo de internos logró prender fuego a la garita número ocho y el guardia que estaba en ella escapó lanzándose al vacío desde una altura de ocho metros, y aunque logró salvarse «quedó con heridas graves» y perdió su fusil de dotación.

«Los presos se apoderaron del fusil, que tenía un proveedor con 35 cartuchos y tres cargadores de reserva. En total, 105 balas» y comenzaron a disparar a los guardianes «pero también a todo lo que se moviera», narró uno de ellos.

Pese a que la Fiscalía colombiana acusó al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y a las disidencias de las FARC de instigar los motines, queda la pregunta de por qué las autoridades no tomaron las medidas para impedirlos si desde días antes tenían información del supuesto plan de rebeliones y fugas simultáneas.

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