El fallo de la Corte Suprema que igualó la homofobia al racismo y la tipificó como delito penal. En un fallo considerado «histórico» por colectivos homosexuales, el Supremo añadió a Brasil a la lista de 42 países que hasta ahora consideraban como delito penal toda forma de homofobia.
La sentencia fue «aplaudida» por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en un mensaje en Twitter recordó que «las personas LGBTI están expuestas a violencia y discriminación» y que «los Estados tienen el deber de garantizar su protección».
Reacción de Eduardo Bolsonaro
El gobernante no reaccionó inmediatamente después de la sentencia del Supremo, pero sí lo hizo uno de sus hijos, el diputado Eduardo Bolsonaro, quien afirmó que el tribunal «legisla al equiparar la homofobia al racismo», cuando debería «entender que no legislar también es una forma de respetar la voluntad de la población».
El diputado garantizó que «un proyecto de ley en esos términos jamás sería aprobado en el Congreso» y afirmó que «estamos en la era del activismo judicial», para agregar que se debe «regular eso».
Así como el hijo del mandatario, muchos adeptos del llamado «bolsonarismo» se expresaron sobre el fallo en las redes sociales y entre ellos figuraron hasta funcionarios del Gobierno.
«Considerar como crimen algo que no es definido en ley», con un «término elástico» que abarca «una amplia gama de acciones, gestos y discursos, no sólo genera inseguridad jurídica, como crea una amenaza sin precedentes a las libertades más fundamentales», dijo el asesor de Asuntos Internacionales de la Presidencia, Filipe Martins.
Bolsonaro colecciona un largo historial de declaraciones que han sido consideradas de carácter racista, machista u homofóbico y que le han llevado varias veces a responder frente a los tribunales.
Precisamente este jueves, al mismo tiempo que el Supremo debatía la homofobia, el mandatario cumplió con una decisión judicial que le obligaba a disculparse por haber dicho, en 2003, que una diputada no merecía «ser violada» por «fea».