Se ubican en diferentes puntos de la ciudad, específicamente en los semáforos. La forma en la que laboran es con niños. Simulan el expendio de alguna golosina y con un letrero de cartón en el que claman por ayuda económica. A ellos les llaman ‘los cartoneros’. En su mayoría son extranjeros que llegaron a Ecuador en busca de «algo mejor».
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Tal es el caso de Pedro (nombre protegido). Él tiene 30 años y llegó al país en diciembre huyendo de la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela. Tiene un bebé de 2 años y su mujer está embarazada.
Desde las 07:00 hasta las 16:00 recorre los semáforos de la avenida De La Prensa pidiendo ayuda. Lo hace con su hijo en brazos.
Aunque ofrece chupetes, su objetivo es que los conductores le den «una monedita» para comer y costear el arriendo de la habitación donde duerme con su familia.
«Es la única forma de obtener dinero fácil. Dependiendo de la hora y el sector de Quito se hace una cantidad considerable. Por lo general se genera diariamente entre 40 y 70 dólares. Sin embargo, cuando los ciudadanos no ayudan hay que buscar otro punto», dijo el joven a Metro.
Pedro comentó que a pesar que algunos conductores le han ofrecido ayudarle con un oficio, él prefiere pedir con su hijo. «Me pagan menos si me dedico a otra cosa. Además, el no tener un título universitario y documentos en regla tampoco me ayuda a optar por un empleo digno».
A finales de marzo, la Corte Constitucional derogó el Acuerdo 001 y 002 en el que se solicitaba pasaporte y pasado judicial a los venezolanos para ingresar al Ecuador. Cifras migratorias apuntan que cuando se aplicaba la medida se contabilizó un promedio diario de 500 arribos. Sin embargo, desde que se eliminó este requisito la cifra se ha duplicado; aproximadamente 2.000 cada día.
Patronato San José ha atendido a venezolanos en semáforos
De acuerdo con información del Patronato San José, la problemática de ciudadanos venezolanos en semáforos ha sido identificada desde hace varios años atrás. No obstante, «se evidencia un importante incremento de esta población realizando actividades de mendicidad encubierta a partir del año 2018».
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Ante ello, la entidad municipal interviene mediante 16 brigadistas que recorren la ciudad de lunes a domingo en las zonas de mayor afluencia. El trabajo se realiza a través de los proyectos ‘Habitantes de Calle’ y ‘Erradicación de Trabajo Infantil’.
Mediante dichos programas abordan a los extranjeros de forma integral para la restitución de sus derechos, con especial atención en casos de niños y adolescentes que acompañan a sus padres en esta actividad.
«De igual manera se trabaja con las personas jóvenes, adultos, adultos mayores y personas con discapacidad que realizan esta actividad sean nacionales o extranjeras para lograr mejorar su calidad de vida atendiendo sus necesidades», se indicó en un documento del Patronato.
Cifras
Según las cifras, se han atendido a 435 personas de nacionalidad venezolana: De ellas, 150 son niños, 285 adultos, 50 hombres , 385 femeninos y 25 personas con discapacidad. 200 ciudadanos se dedican a la mendicidad encubierta, 130 a la venta ambulante, 20 malabaristas y 85 limpiaparabrisas.
El testimonio de Pedro coincide con el Patronato San José. Cuando la mendicidad encubierta se da con un niño en brazos genera «más ganancia». «Los conductores cuando ven que tienes un bebé se apiadan y te dan hasta dos dólares por cada vehículo», apuntó.
Por su lado, el Patronato indicó que el número de casos identificados en los semáforos, en compañía de menores de edad «se incrementa en virtud que la presencia de menores de edad permite mayor ganancia por la sensibilidad que implica en los transeúntes».
Desde 2014 hasta marzo de 2019, la institución municipal ha atendido a 7.614 personas con experiencia de vida en calle. De ellas, el 64% son hombres y el 36% mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad y riesgo por encontrarse en situación de mendicidad, indigencia, adicciones, explotación, exclusión social y abandono.
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